Según el estudio Eurydice, de la Comisión Europea, hasta el 60% de los universitarios españoles desarrollan un trabajo por debajo de su formación académica. ¿Es que acaso no hay trabajo para tanto universitario?
Mirando en términos globales, probablemente el deajuste entre oferta y demanda de titulados universitarios no sea tan elevada. Pero claro, si salen muchos abogados y pocos informáticos... el desajuste se incrementa.
Estas cifras denotan una preocupante incapacidad de la universidad española para ajustar su oferta (tanto en titulaciones como en número de plazas) a la realidad laboral, así como cierta desidia por parte de los estudiantes, que eligen su carrera sin una perspectiva clara de qué van a hacer después con ella. Además, el estudio revela que en España la formación profesional sigue siendo una vía poco utilizada: sólo el 38% de los alumnos deciden seguir sus estudios por este camino. La formación profesional ha sido tradicionalmente vista como una vía secundaria para "los que no podían estudiar".
Esa absurda idolatración por "tener carrera" y el desprecio por quienes "no valen para estudiar" está generando unos desajustes muy importantes en nuestro entorno laboral: por un lado, tenemos un montón de universitarios que, después de cursar una carrera en entornos masificados y por lo tanto poco productivos, acaban frustrados al no acabar sus carreras. Y por otro, escasez en áreas profesionales (que acaban siendo cubiertas por inmigrantes cada vez más cualificados).
Quizás sea necesario un enfoque global de la educación, vincularlo más con la realidad laboral e inculcar en los niños que no importante no es "tener carrera", sino adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para poder desarrollar una labor profesional adecuada. Porque "tener carrera" hoy no garantiza nada.