Cuando se nos habla de Finlandia la primera imagen que aparece en nuestra mente es un país frío y nevado. Una nación avanzada, con altos índices de bienestar social y una conciencia ecológica por encima de la media. Pero, ¿de donde sacan la electricidad para poner en funcionamiento el más de millón y medio de saunas que son parte de su cultura? La respuesta, energía nuclear.
Un país con grandes necesidades de energía y con recursos domésticos limitados, fue el primero en decidir construir una nueva planta tras el accidente de Chernobyl en 1986 y este mismo año se ha embarcado en su mayor proyecto, con la inversión de 3.000 millones de euros en un nuevo reactor. El principal argumento esgrimido por el gobierno fue el medioambiental. Por una parte porque reduciría el uso de combustibles fósiles, hoy ya al límite según los acuerdos de Kyoto que regulan la emisión de gases contaminantes. Por otra parte porque dos tercios de la energía se están importando, con un importante peso de su vecina Rusia, teniendo la certeza de que los estándares medioambientales allí son mucho menores. En consecuencia se considera más ecológico, e incluso seguro, construir nuevas plantas con estrictos controles que depender de las empresas rusas que siguen generando energía en las instalaciones de la era soviética. De igual manera se reduce de esta manera la dependencia con un país con el que se pueden tener problemas en lo político. En España se podría decir que la situación se reproduce, con una sociedad que exige cada vez un mayor consumo eléctrico, con una industria con mayores demandas, pero que se ha decidido cerrar en banda a la energía nuclear, en gran medida por una decisión política con clara carga propagandística. Se puede hablar de energías renovables a futuro, pero en estos momentos no suponen una solución a corto, ni medio plazo y hay que recordar que nuestra dependencia al exterior crece día a día: gas natural de Algeria, electricidad de Francia generada en parte por esos reactores nucleares que aquí se rechazan, petróleo y carbón con precios por las nubes. Se debería generar un serio debate al respecto , como en otras partes del planeta, lo antes posible, sobre todo teniéndo en cuenta el crecimiento esperado en la demanda y el periodo de maduración de los proyectos, nunca menor de cinco años en el caso de la construcción de plantas nucleares.
Vía | FT.com (en inglés y €) En el Blog Salmón | El NIMBY también se encuentra en España y Energía insuficiente