La Comisión Europea está considerando cómo convencer (presionar) a los países miembros a que amplíen cada vez más la competencia que existe en el sector de telecomunicaciones.
Por sus orígenes, casi todas estas empresas comenzaron sus vidas como monopolios nacionales y las que ahora están en el sector privado, como Telefónica de España, fueron privatizadas como estaban, es decir, como monopolios.
No todas se han privatizado, ya que existen algunas que puede que tengan capital privado y estén cotizadas pero, como France Telecom, es para que el gobierno tenga el mejor de los dos mundos, capital privado pero control estatal. Para las que se han privatizado, se pensaba que su posición monopolístico se controlaría a través de una entidad reguladora que fijaría los precios e investigaría y penalizaría las actividades potencialmente monopolísticas.
Como parte de las privatizaciones, los gobiernos han intentado abrir los mercados para permitir la entrada de nuevos participantes que competirían a nivel de oferta de servicios y de precios.
El problema, como ha visto la Comisión Europea, es que este negocio se basa en dos partes, la de ofrecer servicios y fijar precios, que es donde los competidores han podido entrar de varias formas, y la de ejecutar el negocio, es decir, las redes y conexiones a los domicilios que son necesarias para suministrar el servicio contratado por los clientes.
Esta segunda parte no está funcionando bien ya que sigue estando controlada por la misma empresa telefónica que ahora debe dar acceso a estas redes a empresas que compiten con ellos en el ofrecimiento de servicios y precios.
Aunque las telefónicas dicen que siguen las normas y dan libre acceso a sus redes para que sus competidores puedan cumplir con el servicio a sus clientes, habiendo quitado muchos de estos clientes de la misma telefónica, esta situación da demasiado margen de maniobra para que la telefónica entorpezca a sus competidores de mil y una formas. Es casi imposible que la entidad reguladora controle esto.
¿Cuántas veces hemos contratado un servicio con una de las competidoras de la telefónica, cuando tenemos problemas llamamos y nos dicen que es problema de la red, que ellos tienen que llamar a los técnicos de la telefónica para que resuelva el problema, algo que tarda y tarda, y nosotros en casa sin servicio, algunas veces por días enteros.
La Comisión Europea tiene razón cuando dice que se debería separar la parte de oferta a clientes y la parte de transmisión. Esta debería ser una empresa independiente que ofrecería su capacidad a todas las operadoras al precio de mercado, incluso fijado por competencia entre las operadoras.
Se les podría dar a las telefónicas un plazo de un año para vender estos negocios o sacarlos a bolsa, convirtiendo a la distribuidora en empresa independiente que ofrece su capacidad a todos igual.
Esta estructura funcionaría para el sector de telefonía y, por ejemplo,, el eléctrico también.