Así podría rezar un anuncio en la prensa dominical. Y es que el Circo del Sol, que empezó siendo un espectáculo mezcla de acrobacia, circo y arte, y se ha convertido en una auténtica industria mundial con numerosos espectáculos simultáneos en ruta por todo el mundo (ahora en España presenta de nuevo su espectáculo Alegría), tiene como es lógico importantes necesidades de personal. Que, además, tienen que cumplir unas características muy concretas: grandes dotes atléticas, cierta capacidad de expresión artística, y juventud. Con estos requisitos, el vivero de potenciales candidatos es reducido, y Le Cirque du Soleil no puede quedarse de brazos cruzados esperando que vengan a formar fila, sino dirigirse directamente a reclutar dicho talento.
Así, por ejemplo, los Mundiales de Gimnasia son el lugar perfecto para encontrar potenciales candidatos: atletas que, percibiendo el final de sus carreras deportivas, pueden encontrar un lugar en el que prolongar el uso de sus habilidades y la dinámica de entrenamientos y representaciones (aunque esta vez sean artísticas y no meramente deportivas), y un buen sueldo. Podría pensarse que es un caso muy especial: una empresa diferente y un perfil muy específico. Pero, en mi opinión, no deja de ser una muestra de eso que se ha dado en llamar la guerra por el talento, que tan en boga estuvo en la etapa de la burbuja puntocom. Durante algunos años pareció que era un concepto olvidado, pero su esencia sigue siendo la misma: cada vez menos candidatos, necesidades de cada vez perfiles más específicos, negocios en los que las personas tienen un impacto definitivo sobre el éxito, competencia global.
El Cirque du Soleil busca activamente a sus futuros empleados allá donde éstos estén. No es mala lección para cualquier empresa: cada vez más, tendrán que salir a buscar ellos el talento, en vez de esperar que éste venga sumisamente a pedir un empleo en las condiciones que sean.
Vía | El País