Fortune Small Business recoge un interesante artículo en el que reseñan varias compañías de pequeño tamaño en cuanto a infraestructura que, sin embargo, por volumen y capacidad global parecen mucho mayores. Apoyadas en la tecnología, estas empresas pueden conseguir realizar negocios por todo el mundo sin necesidad de grandes inversiones.
Y es que hasta no hace demasiado, las cosas eran distintas. Las empresas grandes hacían de su tamaño una ventaja competitiva, que les permitía lograr economías de escala, tener acceso a mejor financiación, dedicar los recursos necesarios para acceder a nuevos mercados... Pero, de un tiempo a esta parte, el tamaño ha dejado de ser una ventaja competitiva y, en determinadas circunstancias, se ha convertido incluso en una rémora: estructuras ineficientes, lentitud en los procesos de toma de decisiones, conservadurismo, burocracia... Ahora mismo, las pequeñas empresas tienen oportunidades de acceso a financiación, tienen capacidad de anunciarse de acuerdo a sus recursos, tienen tecnología y software que les permiten realizar un montón de procesos a un coste ínfimo, o proveedores altamente especializados que pueden prestar servicios para volúmenes pequeños (por ejemplo, servicios de logística). El acceso a mercados lejanos ya no es un privilegio de los grandes: tanto en el mercado de los proveedores como en el de los clientes, cualquiera puede deslocalizarse. Y la tecnología facilita que la coordinación y la comunicación, que antes suponía costosas estructuras, ahora se haga de una forma mucho más ágil.
Así, desde una pequeña empresa de tarimas, hasta un proveedor de software especializado o un importador de productos asiáticos, todos encuentran en la tecnología un aliado para competir.