El 91% de las empresas más grandes del mundo utilizan una de las cuatro firmas de auditoría más grandes. Los cuatro son Deloitte, PricewaterhouseCoopers, KPMG, y Ernst & Young.
Esta concentración trae consigo sus problemas potenciales.
Ya vimos qué pasa cuando una de estas empresas se encuentra en dificultades por la caida estrepitosa de uno de sus clientes y cuando las auditorías resultan ser poco fiables. El ejemplo más visible es el caso de Arthur Andersen, cuando cayó por su trabajo con la empresa energética estadounidense fallida, Enron. Incluso con la sentencia revocada años después, su caída fue total.
Los clientes de Arthur Anderson tuvieron que encontrar un auditor alternativo en poco tiempo, algo que fue muy problemático.
Las auditoras ahora están muy preocupadas por sus futuros y reaccionan muy rápido y anticipan cualquier problema potencial.
Me temo que también reaccionarán a cualquier presión, especialmente de las autoridades, algo que se especula pasó con el caso de la auditoría de PricewaterhouseCoopers sobre la empresa petrolera rusa, la fallida Yukos. PricewaterhouseCoopers acaba de suspender sus auditorías de Yukos.
Las preocupaciones y cautelas de las auditoras pueden poner en cuestión la fiabilidad de sus auditorías. Este mundo necesita bastante más competencia de la que hay en estos momentos.
Vía | Cinco Días En El Blog Salmón | KPMG se pone la venda antes de la herida y La sentencia contra Andersen, revocada tres años después