Con motivo de la burbuja de las puntocom se me quedó grabada una afirmación. No recuerdo quién la hizo, pero la clavó. Y es que parece fruto del sentido común. Afirmaba esta persona que quien iba a hacer dinero de verdad no eran las empresas de internet. El verdadero beneficiario del boom de la WWW serían sus proveedores, aquellos que les suministraban los equipos de telecomunicaciones, los proveedores de acceso, las ETT de personal técnico. Según él, los que se hicieron ricos de un modo consistente y masivo en las distintas fiebres del oro que han sacudido el mundo fueron los proveedores de picos y palas, de alojamiento, de suministros. Algunos pocos mineros hicieron dinero y el resto se arruinaron.
Pues la nueva burbuja, la nueva fiebre del oro, la quimera que todos persiguen es la energía renovable. La tesis del calentamiento global, las subvenciones públicas, la caída de la alternativa inmobiliaria, etc...Todo está influyendo en el nacimiento de un mercado de inversión, incluso minorista, desconocido hasta hace poco. Y especialmente destaca, en cuanto a su acercamiento al pequeño particular, la energía solar fotovoltaica, la que a través de los famosos paneles de silicio consigue generar electricidad. Se multiplican las ofertas para que los pequeños inversores aporten cantidades de hasta 60000 euros con promesas de alta rentabilidad. Son las denominadas huertas solares, denominación está registrada por la filial de Acciona. Y en este contexto leo este domingo el artículo acerca de GEA en el suplemento de Negocios de El País. Este viene a ser el equivalente a lo que sería un promotor en el mercado inmobiliario. Su negocio está en la construcción y venta de estas plantas de energía. Y parece que les va bien. Como también le va bien a Solaria, con un debut espectacular en Bolsa, a pesar de unos ratios más que discretos,que, a última hora, parecen pasarle factura. Esta firma se dedica a la fabricación de los paneles solares. Vamos, que estos son los de los picos y los de GEA los dueños de la pensión donde se alojan los mineros. ¿Cuáles son las perspectivas de estos últimos?
La rentabilidad de esta inversión viene dada por la cantidad de energía producida y por el precio al que se vende. Este precio está fijado por el Real Decreto 661/2007 y es un precio político al que están obligadas a comprar las eléctricas. Pues bien, la mayoría de los estudios que circulan sobre el tema cifran como máximo la rentabilidad en un 10% y con unos plazos mínimos de 8 a 10 años para recuperar la inversión. Y eso con el actual marco regulatorio. Y es que, aunque esta vez las nuevas tarifas no han tenido efectos retroactivos, a pesar de lo que muchos temían, esa posibilidad queda abierta para las posteriores reformas. Se trata por tanto de una rentabilidad, que dado el plazo y riesgos que tiene, no parece excesivamente atractiva.
Yo también apuesto por los de los picos y las palas.