Los muy ricos tienen muchas formas de demostrar que lo son. Puede ser el avión privado, o el yate, o las mansiones donde viven, o las múltiples casas que tienen por el mundo, o las obras de arte, o las suntuosas y continuas vacaciones que disfrutan y, por supuesto, las marcas de lujo en todos los productos que utilizan ellos y los que les rodean. Por eso vemos barbaridades como el collar de perro cargado de diamantes que vi el otro día en la televisión.
No es fácil destacar y, como suele pasar con la humanidad en general, compararte con el prójimo y los celos que surgen es lo que se suele ver.
Los fundadores de Google, Larry Page and Sergey Brin, no tienen nada que envidiar en eso de la avión privada. Además de sus otras dos aviones, Gulfstream, tienen un Boeing 767-200 hecho a encargo que es de lo más grande que hay, bueno, si no contamos las Boeing 747 que siempre han disfrutado los reyes de Arabia Saudi.
Ahora, los fundadores de Google han establecido una nueva medida que ahora los muy ricos pueden envidiar e intentar superar.
Acaban de firmar con la NASA para que puedan aterrizar sus aviones privados en Moffett Field, un aeropuerto controlado por la NASA que nunca ha estado abierto aviones privadas, con el pago anual de casi un millón de euros.
Podrán compartir pistas con el Discovery y, además, su camino al trabajo durará siete minutos. No está mal.
Seguro que hay multimillonarios por ahí con mucha envidia. ¡Es otro mundo!
Vía | New York Times (en ingles y €) En El Blog Salmón | Cómo llegar a ser billonario y Los más ricos de la historia de EEUU