La noticia sacudió a la blogosfera a lo largo de la semana: Google habría retocado su algoritmo de Pagerank alterando la clasificación de algunos de los sitios más relevantes. Una especie de "sanción" a lugares que incluían prácticas "no admitidas" por Google... ¿eh? ¿qué? ¿que de qué estoy hablando? Tenéis razón, uno está metido en este mundillo y habla de Pagerank como quien habla de bajar a comprar el pan...
Partamos del inicio. Google es la gran compañía de internet de la década. Nació como un buscador, con la misión de ordenar y hacer accesible la información existente en el mundo. Para ello, entre otras cosas, ideó un sistema llamado "Pagerank" orientado a otorgar a las páginas una clasificación del 0 al 10 para así luego ponderar su posicionamiento en los resultados ante una búsqueda: un "pagerank 10" significa que tu página es muy importante, por lo tanto tendrá prioridad a la hora de mostrarse en la lista de resultados frente a otra que tenga "pagerank 0". El caso es que esta clasificación tiene un impacto notable para los negocios en internet. Una página bien posicionada aparecerá con frecuencia en los primeros puestos de las búsquedas y, por lo tanto, las personas llegarán a ella creyendo (con más o menos razón, Google no es infalible) que encontrarán ahí la respuesta que buscan. Ese tráfico está directamente relacionado con la capacidad de la página de generar ingresos, preferiblemente a través de la publicidad: más tráfico, más audiencia, más dinero.
El problema es que al alterar los pageranks de las páginas, éstas ven afectado su posicionamiento. Ya no saldrán tan bien situadas en las búsquedas. Y por lo tanto recibirán mucho menos tráfico por esa vía, que puede llegar a suponer un porcentaje muy elevado del total del tráfico (siendo además el más receptivo a la publicidad, por lo tanto, el tráfico más rentable).
Y el GRAN problema, la madre del cordero, es que Google es demasiado influyente. Domina de forma apabullante el mercado de las búsquedas en España, y de forma menos apabullante pero igualmente importante a nivel global. Lo que hace Google o deja de hacer impacta irremediablemente en el tráfico y en los ingresos.
Se da la circunstancia además de que, aparte de unos motivos "respetables" que irían en beneficio de sus usuarios para este movimiento (como sería penalizar a sitios que estén realizando prácticas orientadas a "inflar" su Pagerank y por lo tanto aparentar ser más relevantes de lo que son), también pueden adivinarse ciertas "intenciones secundarias" relacionadas con el hecho de que Google, además de ser un buscador, es un intermediario en la gestión de publicidad con su Google Adsense. Y este movimiento penaliza de forma clara y evidente a otros intermediarios publicitarios que, en vez de basar los anuncios en publicidad contextual, la basan en enlaces directos.
Alguien se preguntaba si esto no era un monopolio y un abuso de la posición de fuerza. La cuestión es que lo es de facto, pero no se puede acusar a Google de nada más que de beneficiarse de una situación provocada por los usuarios. Éstos tienen a su disposición multitud de sistemas de búsqueda, a un click de distancia. Que usen Google u otras alternativas está en su libre albedrío. Que Google domine el mercado no es "culpa" suya (al menos, no lo es gracias a prácticas ilícitas: hacer un buen producto y publicitarlo urbi et orbe no lo es). Y que sobre esa posición dominante marque las reglas del juego es algo inevitable, ¿qué empresa despreciaría semejante caramelo?. No será a base de leyes y sentencias que Google abandone estas prácticas, sino cuando el mercado (los usuarios) utilicen otras alternativas. Mientras tanto, Google seguirá defendiendo sus intereses. Normal.
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