Para los más despistados, empezaremos recordando que los microcréditos son pequeños préstamos realizados a prestatarios demasiado pobres como para que les concedan un préstamo en un banco tradicional. Desarrollados por el banquero y economísta Dr. Muhammad Yunus, esta modalidad de acción social mereció el premio Nobel de la paz en el 2006. En contra de lo que muchos temían, los microcréditos demostraron tener no solo una alta tasa de devolución, sino también una rentabilidad aceptable y un gran impacto en la economía local.
Hace unas semanas mi compañero Onésimo nos hablaba de MicroPlace, una iniciativa de eBay para que los particulares puedan participar en microcréditos, aunque actualmente esta posibilidad está limitada por motivos fiscales y legales a los ciudadanos de los Estados Unidos. Pero hace ya mucho tiempo (casi un par de años) hablamos también en estas páginas de kiva.org, un proyecto con un estilo cuasi-web 2.0 para la participación de los particulares en un modelo de préstamos "P2P".
El caso es que actualmente, después de haber gestionado ya más de 14 millones de dólares en participaciones de particulares, Kiva no llega a los 50 proyectos disponibles para su financiación. Al parecer, la atención que ha despertado la plataforma a raíz de su aparición en programas como el Today's Show de NBC o el archiconocido programa de Oprah Winfrey, así como la mención de la iniciativa en el libro "Giving" de Bill Clinton, han desbordado la capacidad de los agentes locales de Kiva para proponer proyectos dignos de financiación con unas garantías suficientes de que las personas que piden los microcréditos podrán salir adelante con sus iniciativas y devolver las cantidades recibidas.
El modelo de Kiva, dos años después de que lo mencionásemos, sigue sin poder repartir beneficios o intereses por su caracter de organización sin ánimo de lucro. Las cantidades prestadas se devuelven y, o bien se retiran, o bien se reinvierten en nuevos proyectos. Se me ocurre que es el momento de que aparezcan nuevas organizaciones en el mismo sentido y, por otra parte, que los bancos ofrezcan la posibilidad de invertir en iniciativas solidarias a los que además quieren recibir un cierto rendimiento por su dinero.
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