España es el único país de Europa en el que a los comercios no tienen un coste fijo por tener un terminal para pasar las tarjetas (no vale la línea de teléfono porque en muchas ocasiones se incluye con la cesión del terminal). El precio por tenerlo consiste básicamente en una comisión que el banco cobra al comercio cada vez que pasa una tarjeta por su terminal, que según el sector varía. Si la tarjeta pertenece a la misma entidad bancaria, entonces no se aplica la tasa de intercambio o la comisión que se cobran entre bancos por la operación. Si resulta que ahora los comercios van a lograr que los bancos bajen las comisiones de las operaciones pagadas con tarjeta, este negocio, muy pequeño en márgenes, por el porcentaje de cada operación que el banco debe pagar a Visa o Mastercard, garantes del pago y que son quienes de verdad tienen el chollo en este negocio, deben recuperar este descenso de ingresos por otro lado. Bien en el cobro de emisión de tarjetas, bien cobrando más comisiones cada vez que saquemos dinero del cajero.
Mientras me muestro en contra del descenso de las comisiones a pagar por los comercios, por las razones que explique antes, y porque la solución para reducir ese coste le supone al comercio saber conciliar en la operación el banco adquirente con el banco emisor, no entiendo que me cobren por sacar dinero de un cajero.
Vale cuando la operación es de crédito, y entra en juego un dinero a cuenta que el banco te adelanta, pero que lo hagan en una operación de débito, donde estoy sacando mi dinero de mi cuenta, no tiene por donde cogerse. Así, desde marzo, los usuarios que utilicen la tarjeta de débito en los cajeros de la red a la que pertenece su entidad pagan de media un 4,5% ó 0,69 euros por cada operación, tres céntimos más que 2007. Y ni cuento si la tarjeta pertenece a otra red distinta, ahí los 2 euros como mínimo no te los quita nadie.
No me vale que exista un coste de mantenimiento del cajero porque en el fondo son los propios bancos los que incitan a que saquemos dinero de allí. Mientras en ventanilla, sólo cuesta tiempo de espera, que habría que mirar cuanto repercute económicamente, en el cajero sí supone un coste real. En el fondo, uno empieza a pensar que el banco lo que quiere es que no llevemos dinero encima y que todos los pagos que se realicen sean con tarjeta. Lo entiendo, pero no a base de evitar un pago a quien de verdad les mantiene el día a día de su negocio: el cliente de la calle.
Vía | El Mundo