Después de unos breves años de superávit fiscal parece que el Estado va a entrar de nuevo en déficit o al menos a no tener los espectaculares datos que se han presentado últimamente. Entre enero y abril de este año el Estado tuvo un superávit de 8.907 millones de euros, que si bien parece una cifra muy alta es un descenso del 55,9% respecto al mismo periodo del año anterior.
La desaceleración económica, sobretodo en el sector de la construcción, y el alto precio del petróleo, que están lastrando los beneficios empresariales y por tanto la recaudación del Estado, tienen la culpa de esta enorme reducción del superávit.
Muchas personas se preguntarán por qué es necesario tener un superávit si el Estado no es una empresa que debe ganar dinero. Y la respuesta está en la deuda. El Estado tiene deuda y usa el superávit fiscal para quitarse deuda. Si tenemos menos deuda los intereses de dicha deuda son más bajos y los impuestos cunden más. De hecho tenemos unas cifras de deuda bastante saneadas gracias a estos años de superávit. Además, ahora que la economía va mal, este superávit ha permitido presentar la medida de los 400 euros sin que el Estado haya tenido que pedir dicho dinero prestado a nadie. Tenía margen (aunque la duda está en si esa medida servirá para algo y si ha sido una forma muy alegre de tirar ese margen por la borda).
El problema que se plantea ahora es que las medidas que está tomando el Ejecutivo para superar la crisis se están dilapidando el superávit, debido a que cuestan dinero y debido también a que los ingresos fiscales disminuyen como consecuencia de la crisis. ¿Debe por tanto el Estado, cuando lo requiera, volver al déficit y volver a endeudarse?
Por un lado, si las medidas aseguran que saldremos más rápido de la crisis, yo respondería que sí. Pero como nadie puede asegurarme eso, tengo mis dudas. El déficit fiscal hace que el Estado tenga que aumentar su deuda y al final una buena parte de nuestros impuestos se dedican a pagar los intereses de dicha deuda. No creo que sea una buena estrategia de futuro. Siempre que se plantee el déficit tiene que ser con carácter temporal.
De momento el Gobierno ha asegurado que hay suficiente superávit para las medidas que tiene previsto, pero para ninguna más. Es decir, nos vamos a dilapidar el superávit y esperemos que sea suficiente para salir de la crisis. De lo contrario lo único que tiene buena pinta en España, que son las cuentas públicas, van a pasar a engrosar la lista de las cosas que van mal.
Vía | El Economista
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Alejandro Nieto González
Es un superávit en las cuentas de este año. Es decir, entre enero y abril de 2008 el Estado ingresó 8.907 millones de euros más de los que se gastó. Parece mucho, pero es que el año pasado por estas fechas el superávit fue más del doble, y las previsiones dicen que al terminar el año, cuando se cuenten los ingresos y los gastos de todo 2008, apenas habrá superávit.
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Una cosa: cuando se habla de superavit, ¿es un dato acumulado, o es que existe superavit en el presupuesto de este año?
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Esto quiere decir que el año que viene toca déficit y al año siguiente más.
Lo que no sé yo es hasta que punto tiene margen el equipo del ministerio de economía para maniobrar equilibrando el déficit público que se avecina en las cuentas públicas ya que una gran parte de la balanza negativa de la administración proviene de las administraciones autonómicas.
Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, ¿No nos iría mejor a largo plazo con unas administraciones autonómicas y municipales más pequeñas?
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A la pregunta de Gabriel Cuesta, hay que decir que el estado no se tiene que fijar en la optimización de los recursos económicos (para eso ya esta el sector privado, aunque creo que no debería ser así) si no en dar un mejor servicio con esos recursos. ¿¿Para cuando se crerá una medida de valor a lo que hasta ahora se les llama intangibles pero tanto afecta a las personas y empresas??
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Este superávit es pura propaganda. Lo consiguió el gobierno central a base de escatimar recursos al resto de administraciones, obligándolas a endeudarse. También enterrando déficit en empresas públicas que no consolidan.