Hace poco leí una nota en la Revista Mercado que decía más, mucho más, de lo que decía. Se titulaba Un activo invalorable: los jóvenes digitales, y vale comentarla porque se refería a los nuevo s profesionales hijos de las nuevas tecnologías y las nuevas formas de organización que se pueden construir con ellos.
Son los jóvenes del Siglo XXI, esos que tienen menos de 30 años, muchos universitarios, la gran mayoría, inquietos, atravesados por la cultura de la investigación domestica, aunque no por eso poco rigurosa, posibilitada por las nuevas tecnologías e Internet en particular.
Nuevos profesionales que a los 20 años ya poseían un promedio cercano a las 10.000 horas compitiendo con videojuegos, más de 200.000 e-mails y mensajes instantáneos enviados y recibidos, casi 10.000 horas hablando por teléfonos celulares; más de 20.000 horas consumidas frente al televisor viendo más de 500.000 comerciales. El problema, planteaba el articulo al que hacemos referencia, es que toda es capacidad, ese conocimiento de las nuevas herramientas, esa configuración cultural de la producción y las relaciones no está siendo verdaderamente aprovechada por las empresas. A veces es por el propio narcisismo de un jefe que no quiere aceptar las capacidades del empleado, y entonces lo condena a repetir sus errores o recetas actualmente inviables.
Lo importante aquí es comprender que el espacio de los nuevo profesionales no es cedido, ellos ya lo tienen y depende de los jefes, patrones y gerentes saber nutrirse de ellos y ponerlos al servicio de la nueva empresa. Por que en realidad, el debate no es si los nuevos profesionales saben más que los “viejos”, o quienes deben conducir una empresa. Aquí, el desafío es comprender que , más productivas, más ágiles, menos jerárquicas y sobre todo a la altura de los nuevos tiempos.
El enlace original no he podido encontrarlo, pero en IngenieríaComercial.com lo reproducen