Si hay un líder europeo sobre el cual pesan todos los fracasos para la superación de la crisis financiera en Europa es Angela Merkel. Su permanente rechazo a todos los planes para aumentar la cooperación europea tienen a la eurozona al borde del naufragio, con un alto desempleo en la mayoría de los países y con una división norte-sur que recuerda la antigua partición este-oeste. Se ha negado constantemente a la vía de los eurobonos, que podría dar tranquilidad a toda Europa, y en cambio ha dispuesto de miles de millones de euros para los rescates a la banca.
Como la idea del euro fue de los bancos y empresas alemanes, y han sido los bancos y empresas alemanes los mayores beneficiados con la moneda única, es muy lógico pensar que los bancos serán los más perjudicados si se produce el desplome del euro, algo que cada día parece más cercano dado que la ola del tsunami que ya barrió con Grecia, Irlanda y Portugal, amenaza con alcanzar a España e Italia… e incluso llegar a orillas del Sena. Por algo las grandes fortunas y empresarios de la nación gala pidieron al gobierno de Nicolás Sarkozy pagar más impuestos, algo que el primer ministro galo François Fillon no tardó en concretar. Por esta vía el gobierno francés recaudará este año 1.000 millones de euros adicionales y el próximo 11.000 millones de euros, que ayudarán a sacar a Francia de la zona crítica y apuntalar la alianza europea. Un ejemplo a seguir.
El problema ahora es que es Alemania la que se encuentra en el centro de la tormenta perfecta. El segundo trimestre avanzó un magro 0,1% y va rumbo a un descenso acelerado dada la caída de las exportaciones que le ocasiona la austeridad de sus vecinos, la debilidad de Estados Unidos, y la contracción de China e India. Esto demuestra que los planes de austeridad conducen al fracaso, y que no hay que confundir el gasto público con los rescates a la banca. Esta segunda opción es tirar el dinero a un saco roto, y es la única opción que se ha aplicado, dado que a nivel de gasto imperan los ajustes y recortes por la moda de la consolidación fiscal, olvidando que primero hay que sacar al paciente del estado de shock y después someterlo a la dieta alimenticia.
Las nuevas cifras de confianza empresarial del Instituto Ifo, con sede en Munich (ver gráfica), confirmaron ayer miércoles que el país más grande de Europa se está desacelerando y amenaza con frenar bruscamente. La menor demanda de sus principales socios comerciales ha comenzado a pesar en las exportaciones alemanas. Tarde descubre la señora Merkel que los planes de austeridad son el camino equivocado, y que la creación de un Fondo de Estabilización que no se pensó en los años de las vacas gordas menos puede pensarse en los años de vacas flacas. Como aseguró un gran economista, es en los períodos de bonanza cuando se debe ahorrar para acumular reservas que permitan sobrellevar los malos tiempos.
Es pronto aún para asegurar qué tan aguda puede ser la desaceleración de Alemania, si será tan violenta como la que la sacudió hace dos años en la que ha sido su peor contracción desde la segunda guerra mundial. Es muy cierto que Alemania disfrutó de una fuerte recuperación durante 2009 y 2010 (ver gráfica), sorprendiendo al resto de los países europeos que veían cómo el gigante se agrandaba y los culpaba de su mala gestión fiscal y de su falta de competitividad. Los datos recientes demuestran que Alemania no es inmune, y este debe ser un llamado de alerta a sus principales responsables políticos.
El principal índice del informe Ifo, una encuesta mensual de 7.000 empresas alemanas, cayó a 108,7 en agosto desde 112,9 en julio, la caída más pronunciada en un mes desde noviembre de 2008, tras el colapso de Lehman Brothers que desencadenó la crisis financiera mundial. Esta caída se suma a la de los meses anteriores y demuestra que las cosas se deterioran rápidamente, y que Alemania puede sufrir un largo estancamiento que puede aumentar el desempleo y reducir los ingresos fiscales tal como ha ocurrido en sus socios europeos. Esto puede impedir a la señora Merkel satisfacer sus ambiciosos planes de reducción del déficit presupuestario, quedando al mismo nivel de los países que ha criticado.
Ante esta perspectiva, y por la vía de estimular a la economía real y no dar sólo inyecciones de liquidez a la banca, Alemania puede verse confrontada a la adopción de un vínculo más profundo con la zona euro llamado eurobonos. Hasta el momento el gran rechazo para adoptar los eurobonos ha sido el coste adicional que deberá pagar Alemania de 2.500 millones de euros anuales en concepto de intereses. Pero las pérdidas de una fuerte contracción y de un descenso profundo en sus exportaciones pueden ser mucho mayores, como lo demuestran las últimas cifras. Es un golpe fuerte para Angela Merkel, que debe abandonar la idea de una Europa alemana por la de una Alemania europea. Se lucha contra el enemigo más temible de todos, el tiempo, y cada minuto es decisivo.
En El Blog Salmón | Crisis financiera permite a Ángela Merkel ansiar el Cuarto Reich para dominar a toda Europa
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