Mientras Jean-Claude Trichet anuncia que la crisis de la deuda europea se ha tornado en crisis sistémica y que amenaza la estabilidad económica mundial, la Unión Europea exige a la zonaeuro medidas permanentes de austeridad para evitar el derrumbe del sistema financiero. El presidente del Banco Central Europeo y principal autoridad monetaria que no previó la crisis que se incubaba bajo sus narices, considera ahora que es necesario implementar acciones decisivas y rápidas ante la inminente llegada del impago griego. Esto implica dar más inyecciones a la banca mientras se escamotean los recursos públicos en beneficio de las actividades productivas.
Como ha sido la tónica durante todo este proceso, las agencias de calificación siguen castigando a los gobiernos con sus rebajas en la calificación y al sector bancario de los países que hoy consideran débiles. Fitch y S&P vapulearon ayer a la banca española y ni Santander ni BBVA escaparon a las rebajas de rating con el objetivo de hacer más costoso el endeudamiento.
La guerra declarada busca privilegiar al sistema bancario apelando a los compromisos intrínsecos que con ésta tienen los gobiernos. Para el futuro nuevo jefe del BCE, Jorg Asmussen, se debe recapitalizar a todo el sistema financiero europeo en forma simultánea para evitar el “efecto estigma”. Asmussen apela a la idea de que los mercados no tienen memoria. Pero las agencias de calificación se han encargado de refrescar sistemáticamente esta memoria de los mercados con sus constantes des-calificaciones.
El informe de la UE justifica la austeridad permanente, dando cuenta del envejecimiento de la población y el aumento en los costos de las pensiones. El informe utiliza proyecciones para el futuro de los gastos relacionados con la edad y concluye que de no aplicarse las medidas de austeridad la deuda puede llegar al 100% en los próximos años.
Está claro que de mantenerse la economía en la situación de estancamiento que hoy prevé el FMI para éste y el próximo año (como se anticipa para España), la consolidacion fiscal se hace inalcanzable. Pero justamente los gobiernos deberían dar prioridad al crecimiento y el empleo y abandonar los draconianos ajustes que imponen las políticas monetarias. Se ha demostrado que las políticas monetarias han resultado estériles a la hora de superar el impasse provocado por su propia maraña de fraudes. Pero vivimos en un mundo donde manda la banca y no los gobiernos. Esto ha quedado perfectamente en claro desde el estallido de la crisis hace tres años. La pregunta que debemos hacernos es ¿necesitamos realmente a la banca? ¿Se justifican los temores al cataclismo sistémico de la llamada “interconexión financiera” para asfixiar aún más a la economía real?
En El Blog Salmón | Continuarán los rescates a la banca europea para evitar el colapso del sistema financiero
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