Desplome de China arrastra a los mercados y confirma desaceleración global
El mercado bursátil de China sigue a la baja coronando la mayor caída del índice de referencia desde 2008 y contagiando a las bolsas mundiales de manera escalofriante. Si bien parte de este descenso es el resultado de valores inflados que se hicieron insostenibles, la fuerza de la turbulencia va más allá de unos mercados que quieren poner los precios en orden. La caída simultánea en el precio de los activos bursátiles es el reflejo de que nos dirigimos a una desaceleración global. Lo que se derrumba es todo el sistema financiero ponzi que esclavizó a la economía y la forzó a depender de la deuda. Ahora que el gobierno chino decidió abandonar la compra de acciones a gran escala para impulsar el mercado de valores, la implosión se propaga a todos los mercados, como lo sufren desde el Ibex35 al Dow Jones.
Si bien China se la jugó por evitar un aterrizaje forzoso, como advertíamos en abril, la caída de las exportaciones, del PIB y de los precios, han implosionado en todo el sistema desatando la furia de los mercados. Esta vez será diferente al crash bursátil de 2008 porque los bancos centrales se quedaron sin municiones para contraatacar y desafiar a los "casinos financieros", aunque en verdad es todo el sistema financiero ponzi el que comienza su declive. Un sistema que se encuentra en estado de shock desde hace ocho años y ha sido mantenido a flote en el respiradero artificial del dinero barato. Sin embargo, lo más preocupante es que esta vez no habrá una locomotora de relevo, como planteabamos en 2008 con la teoría del desaclope
Sin locomotora de relevo
Tras la crisis de 2008 China se comportó como la locomotora de relevo haciendo que la economía mundial continuara en funcionamiento con todos sus vicios, es decir, creando e inflando burbujas financieras. Esto fue posible dada la pujanza del gigante asiático que creció durante tres décadas a tasas de dos dígitos, y permitió mantener la euforia a los mercados tras el colapso del sistema financiero de Europa y Estados Unidos que siguió a la quiebra de Lehman Brothers. La fuerza del crecimiento chino permitió ocultar la podredumbre del sistema financiero que desde los años 80 ha construido un auténtico castillo de naipes. Por eso que la implosión china es mucho más que una "corrección del mercado": es una señal de que se ha llegado al punto límite. El modelo de una economía basada en el crédito y la deuda, sin generación de empleo en el sector real, se hizo insostenible.
La implosión de estas burbujas deja en evidencia la debilidad de la economía mundial que se ha mantenido artificialmente a flote desde el año 2008 por la manipulación de los bancos centrales, agentes encubiertos del sistema financiero. Desde el estallido de la crisis en septiembre de 2008 los bancos centrales han inyectado más de 40 billones de dólares para revivir el sistema financiero que está sobreapalancado en la fe ciega de que los brotes verdes y el crecimiento serían para siempre. Lejos de terminar o de disiparse, la crisis iniciada en 2008 se encuentra más viva que nunca. Así y todo, nadie se atreve a hablar de depresión, aunque lo que se vive es una depresión en toda la linea si entendemos ésta como "un período de tiempo en que el nivel de vida de la gente cae significativamente".
Y así como nadie estaba preparado para el colapso financiero de 2008 (ver La caída de un avión en llamas) tras la quiebra de Lehman Brothers, nadie estaba preparado para el colapso bursátil propagado por China como un reguero de pólvora. Los efectos de este tsunami han comenzado a sufrirlo las bolsas mundiales de manera inclemente acelerando el proceso deflacionario que está hundiendo la economía de todo el mundo. El FMI y el Banco Mundial han rebajado nuevamente sus proyecciones de crecimiento. La economía se debilita al son del estancamiento secular.
En El Blog Salmón | China pone a prueba "teoría del desacople", China en aterrizaje forzoso: caen importaciones, exportaciones, PIB y precios