Con una propuesta de Estados Unidos para reducir su enorme déficit, aumentar su tasa de ahorro y reorientar su economía financiera, terminó la cumbre de Pittsburgh. Habrá que verlo. Lo cierto es que el plan para reorientar una economía mundial que se sacude en las catacumbas, necesita más que bonitas palabras al cierre. Puede ver aquí el Comunicado final de la Cumbre.
El aumento de la tasa de ahorro para Estados Unidos implica disminuir el enorme déficit comercial que tiene con China, tarea que requerirá aplicar políticas proteccionistas con respecto a este país como las que comienzan a aplicarse hoy con las importaciones de acero y neumáticos, castigadas con impuestos del 31% y 35% respectivamente. Esta medida extrema resulta ser una de las condiciones necesarias (ya vendrán otras) para estabilizar una economia mundial que se ha escapado de caer precipicio gracias a la urgente, aunque tardía, medida de los gobiernos para aplicar medidas de rescate. El costo de esta operación está significando elevar el endeudamiento público desde los 19 billones de dólares del año 1999, a los 45 billones de dólares al año 2011. Vale decir que la deuda de cada hombre, mujer o nilño del planeta llegará a la suma de 7.000 dólares. Curioso dato para una situación en la cual el 40% de la población mundial vive con menos de 2 dólares diarios. Una vez más esta crisis ha significado enormes beneficios para un puñado, los verdaderos dueños del mundo. Ni siquiera se han salvado aquellos que tienen sólo un par de millones de dólares en sus cuentas bancarias.
Los líderes del G-20 se centraron en temas como las remuneraciones de los ejecutivos bancarios, pero no dieron el salto en tomar medidas para mejorar la equidad, pese a que el FMI ha reconocido el gran flagelo que está implicando la actual crisis para los países más pobres, y como la desigualdad se ha convertido el principal lastre de la crisis.
Tampoco se estabecieron políticas concretas frente al cambio climático en términos de establecer fechas y límites a las emisiones.
Los puntos más relevantes, rescatados por el presidente Obama, apuntan a una mayor regulación del sistema financiero, en la cual no se excluye la aplicación de la Tasa Tobín, un impuesto a las transacciones financieras meramente especulativas, sobre las cuales cae gran parte de la culpa de la actual crisis.
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