Los debates sobre la inflación inundan los medios de todo el mundo como si la inflación estuviera a la vuelta de la esquina. Se dice incluso que Estados Unidos será la Zimbawe de occidente. De repente, todo el mundo se ha puesto a hablar de la inflación, olvidando que el tema central que nos ocupa es la Depresión ad portas, de la cual aún tenemos sólo leves signos. Mientras tanto, la inflación en la zona euro marcó un cero por ciento en los últimos 12 meses, algo que nunca había ocurrido en la historia del indicador. Esto indica que los precios van a la baja. Es decir, lejos de tener inflación, lo que tenemos es deflación: una caída general de los precios. Este concepto, por cierto, no existe en la corriente monetarista, así como tampoco existen términos como crisis o “trampa de liquidez”. El término desempleo sí que existe en esa corriente, pero nunca le dio importancia. Al monetarismo sólo le importó el mundo de los capitales financieros. Nunca se ocupó de la economía real. Por eso estamos donde estamos: comenzando recién este largo camino por la linea horizontal de la letra L. ¿Qué es lo que afecta tanto a Europa si la crisis comenzó en Estados Unidos? Para responder esta pregunta debemos ver la relación del comercio mundial y la fuerte dependencia que tienen los países considerados fábricas del mundo. Alemania, la mayor economía de Europa, depende plenamente del comercio exterior, así como Japón y Corea por el lado asiático. Si la demanda de Estados Unidos equivalía al 50% de la producción mundial, podemos ver las consecuencias que arrastra su fuerte caída en el consumo y un desempleo que este mes superará el 9,2%. Esta es la consecuencia de una globalización al lote, desordenada y con acarreos de capitales eufemísticamente llamados carry-trade. Si antiguamente un estornudio de Estados Unidos inducía el resfrío de México; hoy un estornudo de la potencia mundial implica la gripe en todo el mundo. Así de simple. La teoría sistémica es infalible: todo tiene que ver con todo.
Por esta razón, y con los pies en la tierra ¿Tiene sentido hablar de inflación? Se habla mucho de la emisión de dinero que están haciendo la Fed y el Tesoro de EE.UU. Se piensa que la imprenta no deja de trabajar las 24 horas. Pero el tema no es así. La emisión de dinero va por el lado de compra de bonos, papeles y paquetes de deuda a los bancos, empresas y países que curiosamente: reciben el dinero y lo vuelven a reintegrar a la Fed para completar garantías o las llamadas reservas que permiten el desapalancamiento. En gran parte, el dinero no fluye hacia el mercado real por este proceso de desapalancamiento bancario: bajar del 100 a 1, a 60 a 1, tiene un alto costo. Por eso que hasta el momento el peligro inflacionario es cero, al menos por esta vía.
El peligro inflacionario real que podemos enfrentar es que parte de estas inyecciones de dinero, se filtren hacia las vías de especulación, tipo Bernie Madoff y comiencen a comprar futuros en petróleo. La tensión provocada en los últimos días en el precio de crudo puede quizá ocultar algo de esto. Por eso una de las resoluciones principales de la última G20+ en Londres fue el control a los paraísos fiscales. Los capitales que llegan a estos “paraísos” provocadores del infierno económico, son el insumo básico de la especulación.
¿Peligro de inflación? No, por el contrario. Está claro que después de los bomberos tenemos miedo al diluvio. Pero sólo cuando el desempleo disminuya fuertemente, cosa que no ocurrirá durante este año (la OIT habla de 239 millones de desempleados), sólo ahí la inflación podrá convertirse en peligrosa. Por ahora, la misión es cerrar el camino a las vías especulativas. Ahí está el principal peligro inflacionario. Por el lado de la economía real, no hay peligros, todavía.
En El Blog Salmón | ¿Riesgos de inflación? No, por el contrario, ¿Hay riesgos de inflacion? Pues sí Imagen | sergis blog