Este fin de semana se celebró en Islandia un referéndum algo peculiar. La quiebra del sistema financiero islandés hizo que 300.000 ahorradores del Reino Unido y de Holanda perdieran sus ahorros, y la factura de 3.700 millones de euros fue pagada por ambos Estados. Sin embargo la responsabilidad última, según ingleses y holandeses, es de Islandia y deben pagar la factura.
Como el presidente islandés se negó a reconocer dicha deuda el asunto fue a referéndum, y el resultado ha sido negativo. Los habitantes de Islandia se niegan en su gran mayoría a asumir una deuda de 40.000 euros por persona a pagar en 15 años con intereses, máxime aún cuando la moneda islandesa se ha devaluado fuertemente.
El problema es mayúsculo, puesto que Islandia necesita ayudas económicas que podrían retrasarse por esta negativa. Incluso esta decisión de sus ciudadanos podría demorar la entrada en la UE, lo que podría venir muy bien a su economía. Pero todo esto ya lo sabían los ciudadanos islandeses antes de ir a votar y tomaron una decisión con todas sus consecuencias.
Realmente, ¿quien tiene la culpa de todo esto? Por un lado Islandia por permitir que sus bancos crecieran sin ningún control, captando pasivo en el extranjero y haciendo que el sector superara ampliamente el PIB del país. Por otro, el Reino Unido y Holanda, que permitieron que bancos con regulación tan endeble captara pasivo en sus países y además se apresurara a pagar a sus ciudadanos sin garantías de cobro. Y por último, los propios ahorradores, que metieron el dinero bancos sin la solvencia adecuada.
En el fondo da igual de quién haya sido la culpa. Los ciudadanos de Islandia van a pagar los platos rotos. Ya sea porque tengan que pagar la deuda (eso sí, con este toque de atención mejorarán las condiciones) o porque recibirán menos ayudas para la recuperación económica.
Vía | El País
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Imagen | Molechaser