China ha dado un gran salto para reequilibrar una economía global en fuerte contracción de demanda. Su plan de estímulo ha maquillado la economía interna, evitado la caída de otros países asiáticos, y de algunos países de América Latina. Sin embargo, este paso puede ser un salto al vacío dado los gigantescos desequilibrios globales que la actual crisis comienza a hacer visibles.
El crecimiento de China puede experimentar una fuerte desaceleración una vez que se desvanezca el paquete de estímulo fiscal y se debilite aún más la demanda de Estados Unidos como consecuencia de la sostenida devaluación que está sufriendo el dólar. La caída de la divisa ha presionado fuertemente a las monedas asiáticas, que viven su propia guerrilla para frenar la caída del dólar. Esta situación también tensiona al euro que alcanzó ayer un valor de 1,5 dólares, lo que significa “un verdadero desastre para Europa”, como ejemplifica el Telegraph de Londres.
El gigante asiático impulsó fuertemente su crecimiento durante el tercer trimestre del año, a su mayor ritmo de los últimos doce meses, producto del plan de estímulo por 586 mil millones de dólares (4 billones de yuanes). Este plan ha sido la gran fortaleza de la economía china, al dar vida a proyectos de carreteras, ferrocarriles, centrales eléctricas y vivienda pública. Sin embargo, su agotamiento, previsto para abril del próximo año, está obligando al premier Wen Jiabao a encontrar nuevas maneras de sostener la expansión del consumo y el financiamiento a las pequeñas empresas.
China no puede contar con un aumento de las exportaciones dado el deteriorado entorno del comercio mundial. Países como Alemania y Japón viven también esta caída sin precedentes en sus exportaciones, que, a la luz del desempeño estadounidense, se mantendrá por un largo período. El excesivo endeudamiento de Estados Unidos (más de cuatro veces su PIB) y el obligado sinceramiento de su demanda interna, amenaza con mantener el desempleo en un alto nivel, que no tiene ninguna posibilidad de reversión en el corto plazo dado que el sector privado sigue despidiendo gente a raudales.
El problema que se vive da cuenta de los grandes desequilibrios macroeconómicos, con la primera potencia del mundo alcanzando un déficit del 10%, una deuda pública de 12 billones de dólares, un endeudamiento total de 60 billones de dólares, y un desempleo real que llega al 20%. Estos son los factores que complican la salida de la crisis, y nos hacen estar más cerca de un recrudecimiento del fenómeno recesivo que de una auténtica recuperación.
Como contrapartida, el gigante asiático logrará superar su meta del 8% para este año gracias al cuantioso gasto en infraestructura que ha sido financiado y multiplicado por las instituciones financieras en una gran burbuja de crédito. Se estima que la economía china crecerá un 8,5% este año, dado que en el segundo semestre puede alcanzar el 9%. Sin embargo, gran parte de este crecimiento es fruto de una inversión que llega al 45% del PIB, cifra que es demasiado alta y que pone en riesgo la estabilidad futura.
El gobierno chino puso el pie con fuerza en el acelerador para evitar una crisis que pondría en riesgo la estabilidad social del país. Su apuesta fue por un rápido retorno al funcionamiento de los mercados mundiales, dada la fuerte dependencia de su economía de las ventas al exterior. Esto se hizo en la idea de que la recuperación de Europa y Estados Unidos comenzaría con fuerza el cuarto trimestre de este año, cosa que no ocurrirá. En este empeño logró evitar el desplome de gran parte de los países asiáticos y de los países latínoamericanos, para quienes China representa entre el 20% y el 25% de sus exportaciones. No obstante, la débil recuperación que experimentan Europa y Estados Unidos, pueden agotar el ritmo de la locomotora china haciendo que el esfuerzo de su impulso desarrollista haya sido un salto al vacío. Los desequilibrios macroeconómicos están pasando la cuenta.
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Imagen | Philip Larson