Si los botones de votación del Congreso de los Diputados y del Senado de los parlamentarios y senadores sirvieran para disparar misiles, hace tiempo que el mundo habría desaparecido bajo una hecatombe nuclear. A esta conclusión podemos llegar después de haber asistido a dos errores en votaciones en el Parlamento y en el Senado de enmiendas legislativas y leyes.
En el caso del Senado, se aprobaron la introducción de una bateria de enmiendas propuestas por CIU a los PGE 2010 que amplían el gasto estatal por más de 500 millones de euros. Esta votación no sirve para nada dado que puede ser rechazada en la aprobación definitiva de la ley en el Congreso y hoy en el Congreso, varios diputados de CIU y PNV han votado a favor de la nueva Ley de Financiación Autonómica. Este error no tiene repercusión dado que la ley se iba a probar de todas las maneras, pero sus Señorías, no están a lo que están y cobran un mínimo de 5.000 euros mensuales por darle a estos botoncitos y hacer poco más.
El problema de base, como ya avanzo en el post, lo tenemos en el Senado. La utilidad de esta cámara de representación territorial está muy en entredicho y da la sensación que los votos que allí se generan sirven de muy poco, por no decir nada. Los aspectos de control legislativo, impulso político y aspectos de política exterior están minados por el pie y tiempo se está tardando en eliminar esta figura legislativa del mapa político del país que solo sirve para dilapidar por encima de los 25 millones de euros anuales sólo en gastos de personal de la institución, tanto laboral como políticos.
Básicamente, los 208 senadores que tenemos en la actualidad no trabajan gratis, cobrando por encima de los 5.000 euros los senadores que residen fuera de Madrid entre salario y dietas, seguridad social aparte claro está. Si tienen cargo adicional como portavoz, secretaria de algún tipo o Presidencia de mesa o similar, estas retribuciones se disparan más aún, pudiendo rozar los 12.000 euros anuales mensuales. Por último los grupos políticos se reparten unos 6 millones de euros en subvenciones por los senadores que tienen en representación.
Y el problema base no queda ahí, porque a los cuatro años, se escogen otros senadores, pero contando con importantes retribuciones, prebendas en pensiones vitalicias que no son incompatibles con el desempeño de otras labores. En definitiva, ser senador es un verdadero chollo, para no hacer a efectos prácticos absolutamente nada. La Constitución debe ser reformada y la figura del Senado debe desaparecer de nuestro mapa político por la salud de nuestras cuentas públicas.
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