Uno de los aspectos silenciosos de la crisis son las quiebras bancarias, que producen gran concentración amenazando con dejar en muy pocas manos las finanzas mundiales. A mayor concentración, mayores son los riesgos del sistema y más aún si estos son dirigidos en la forma imprudente de los últimos años. No es ningún secreto que con la crisis un puñado de bancos controlará la mayor parte de los activos mundiales.
Este punto trae el recuerdo de la quiebra de Lehman Brothers, un banco pequeño en comparación a JPMorgan, CitiGroup o Goldman Sachs, y cuya caída no previó Ben Bernanke, un elemento que debería pesar a la hora en que se vote la reelección del presidente de la Fed. ¿Se le puede dar el apoyo a alguien que no sólo no vio la crisis, sino que ayudó a profundizarla?. El hecho concreto es que lejos de diluir el problema en un gran cantidad de bancos, la situación se ha enquistado en un tumor que está dando origen a un cancer mucho más agudo. Una forma de mirar este fenónemo es considerando la cantidad de quiebras bancarias, que este año ha sido mucho más abundante que en los años anteriores. Sólo en Estados Unidos han quebrado este año 81 instituciones financieras, versus 25 de 2008, y 3 de 2007, completando 109 quiebras bancarias desde el inicio de la crisis. Para el próximo año se estiman entre 150 y 200 las nuevas quiebras bancarias. Este es uno de los elementos que da cuenta del estado real de la economía, paupérrimo y miserable, y la urgencia de aquellos intervencionismos que han sido tan indeseables, y también, tan vergonzosos.
La semana pasada cayeron dos pequeños bancos en Georgia y otro en Alabama, sumándose a la quiebra de Colonial BankGroup, una institución con 25 mil millones de dólares en activos y cuya caída representa el sexto mayor fracaso en la historia de la banca estadounidense. La Federal Deposit Insurance Corp, ha pasado a administrar los bancos quebrados, en una situación que crea gran complejidad a las finanzas públicas de Estados Unidos dado que extraen miles de millones de dólares de los fondos federales del seguro de depósito garantizado por hasta 250.000 dólares.
Hay, por cierto, un problema de disonancia cognitiva en la forma en que se observa la crisis y se encaran los hechos. En Estados Unidos hay muchos economistas que prefieren ignorar la situación de la banca y fijarse solo en las alzas de Wall Street, aunque éstas no hacen más que ocultar el próximo desmayo del dólar. La ola de quiebras bancarias que vive Estados Unidos ha permitido el acceso a algunos bancos extranjeros, como el español BBVA, el francés BNP Paribas y el holandés Rabobank, que entran de lleno a operar en la primera potencia mundial. De esta forma, Estados Unidos se despedaza por sus cuatro costados, y habría que ver hasta qué punto las alzas de Wall Street se relacionan con la pérdida de valor que sufren las propiedades y el dólar cada día. De ahí puede venir la próxima zambullida.
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