Es la típica situación-trampa donde no hay solución buena. Resulta que Ford tiene, en Estados Unidos, campañas de publicidad de alguno de sus modelos en revistas orientadas al público gay. Resulta que, en medio de la creciente presión conservadora en aquel país, unas asociaciones conservadoras se indignan porque consideran esta publicidad un apoyo de la compañía al movimiento gay, y amenazan con boicotear a la marca si no retiran dicha publicidad.
¿Qué puede hacer Ford? Si deja la publicidad, corre el riesgo de que el boicot se haga realidad. Si la quita, corre el riesgo de indignar al colectivo gay... y sufrir un boicot inverso. Los responsables de Ford han optado por "la calle de enmedio". Así, mientras que han anunciado que las decisiones respecto a la publicidad son un asunto de negocios, y que seguirán contratando publicidad en revistas para homosexuales, por otro lado han retirado las campañas de Jaguar y Land Rover de las revistas homosexuales aduciendo "una campaña de ahorro generalizada provocada por las dificultades que afronta en el mercado".
En el fondo, esto no es más que una batalla entre activistas de distintas sensibilidades que, haciendo uso de su fuerza como consumidores, mantienen a una empresa como Ford en un fuego cruzado que es, cuanto menos, incómodo. Para un gigante como Ford no debería ser algo demasiado relevante, pero en un mundo tan mediatizado como el que nos ha tocado vivir, cualquier "noticia" de este tipo puede amplificarse a niveles insospechados y afectar la imagen de cualquier monstruo empresarial.
Vía | La Verdad de Murcia Más información | The Swift Report Más información | Jalopnik