Angela Merkel ha adelantado que el Fondo de Rescate Europeo superará el billón (millón de millones) de euros. Puede que estas cifran sean más realistas si se quiere usar el fondo para recapitalizar bancos, salvar Estados con dudas, etc. pero la clave está en de dónde va a salir este dinero.
Alemania se niega rotundamente a ampliar su aportación. Francia va a tener problemas en no mucho tiempo para refinanciar su deuda (posiblemente pierda la triple A). Y hay que recordar que un billón de euros es mucho dinero. Es el PIB de España, para hacernos una idea. Si los Estados que pueden no quieren poner el dinero sobre la mesa, ¿de dónde saldrá?
Las ideas que se barajan son dos: la primera que el Fondo avale las emisiones de deuda de los Estados. Esta idea consiste en decir a los mercados: tenemos un billón de euros, no sabemos de dónde lo sacaremos, pero si hay que ponerlo se pone. Es poco realista si luego Alemania y Francia se niegan categóricamente a poner el dinero sobre la mesa. Y lo que queremos es dar confianza a los mercados, no crear un nuevo Frankenstein de rescate.
La segunda idea es que aparezcan nuevos inversores privados para financiar el fondo (terceros países o FMI). Esto, menos rebuscado, serían eurobonos. Es decir, que países solventes avalen al fondo para que pida dinero prestado para prestárselo a los menos solventes. Y como siempre, ¿para qué tomar este sistema si se puede hacer algo más sencillo, como son los eurobonos? Parece que en Europa nos gustan los Frankensteins.
Una idea que se ha descartado era que el Fondo se convirtiera en un banco y pudiera pedir dinero prestado al BCE. Y menos mal que se ha descartado, ya que es mucho más sencillo que sea el BCE el que preste el dinero. Esta estrategia es simplemente poner un intermediario. ¿Os recuerda a algo? Frankenstein.
En definitiva, parece que en Europa nos gustan las cosas complicadas, los Frankenstein. Los mercados quieren mensajes claros, y llevamos meses sin ponernos de acuerdo en cómo salvar a los países en apuros. Lo más lógico es que se pusieran de acuerdo de una vez por todas en si queremos rescates con o sin inflación. Si son sin inflación, Alemania y el resto de países boyantes tendrían que poner el dinero sobre la mesa. Si queremos el rescate con inflación, que sea el BCE el que inyecte dinero (creándolo si hace falta). Lo que no se puede es tener lo mejor de los dos mundos. Porque entonces estamos hablando de no rescatar (y es otra opción, que tiene otras consecuencias).
Vía | El País
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Imagen | Jorge Franganillo