A 5 años de haberse retirado del gobierno, el ex-primer ministro japonés Shinzo Abe, lider de partido democrático liberal, fue elegido ayer con una aplastante victoria producto de una campaña en la que ofreció sacar a Japón del estancamiento económico y acabar con 20 años de deflación. Para ello Shinzo Abe pretende adoptar políticas nacionalistas que implicarían dar un fuerte golpe de timón a las políticas monetarias y fiscales. Abe pretende relajar las metas inflacionarias, aplicar más gasto público y aumentar los volúmenes de las flexibilizaciones cuantitativas para dar mayor competitividad al yen.
Las políticas de Shinzo Abe resumen un arsenal dispar de medidas. Por un lado, quiere que la inflación se empine por sobre el 3 por ciento anual para poner fin a dos décadas de deflación en la que los precios han oscilado en torno al 0,5 por ciento. El país del sol naciente se pondría así a la vanguardia de los países que abandonan las metas de inflación del 1-2 por ciento, por una meta más laxa y creíble que saque a la economía del letargo que lleva por dos décadas (ver gráfica).
Pero Shinzo Abe quiere poner toda la artillería sobre la mesa. Y así como ha amenazado con quitar la independencia al Banco Central de Japon (BoJ), también ha señalado que realizará una flexibilización cuantitativa más robusta dado que las actuales no han sido lo suficientemente contundentes como para sacar a Japón de una devaluaciòn crónica. También señaló que una de sus medidas será aumentar el gasto público.
Estas tres medidas demuestran que a Abe Shinzo no le interesa el déficit público ni la deuda pública, y que confía que la economía nipona tiene aún un amplio margen de maniobra con su deuda, aunque ya la relación deuda/PiB llega al 220 por ciento. Japón se jugará todas sus cartas para lograr una devaluación real del yen y hacer más competitivos los productos nipones. Esto indica que la guerra de divisas y las devaluaciones competitivas siguen a toda marcha lo que significará un duro golpe al dólar y el euro, que tienen su propio interés devaluatorio.
La economía nipona ha sufrido de deflación en los últimos 20 años y el derrumbe de sus exportaciones se ha acelerado producto del boicot que realiza China a los productos nipones. Las tensiones generadas por la disputa de las Islas Senkaku es una de las razones de la caída del comercio nipón. La otra, es que la caída del comercio se sufre también en Europa y Estados Unidos. Por eso el intento de devaluar el yen no es más que una campaña para avanzar a costa de “hundir al vecino”.
En un país donde la deuda pública es de 220% del producto interno bruto (con el 90% de esa deuda en yenes), Shinzo Abe está convencido de que el aumento en el gasto ayudará a debilitar el yen, permitiendo reactivar la economía por la vía de las exportaciones. Como hemos señalado en anteriores post, esta idea funciona cuando las circunstancias del resto del mundo son “normales”. Pero como ahora no existe ninguna normalidad económica, y toda la economía se desliza por el despeñadero (confirmada por la recesión en Europa en 2013), el plan de Shinzo Abe corre el riesgo de no tener ningún éxito y sólo acelerar el derrumbe nipón.
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