Italia está en una situación económica bastante delicada. Al igual que casi todos los países del mundo, la crisis financiera les está afectando. La banca está restringiendo los créditos y las empresas piden oxígeno para sobrevivir. Sin embargo, Italia tiene un problema adicional muy grave, y es su alta deuda pública.
La deuda de Italia supera el 100% del PIB, y por tanto tiene poco margen para planes estatales que ayuden a las empresas. La financiación le saldría muy cara y posiblemente sería insostenible. Además, la evasión fiscal está subiendo, con lo que todo se complica.
Ante esta situación, el primer Ministro, Silvio Berlusconi ha adoptado una estrategia negacionista de la crisis. Aquí no pasa nada, la crisis no es tan grave. Y claro, la patronal no está de acuerdo con esta visión rosa del asunto. De hecho, debería aprender de la experiencia española y como desgasta a un gobierno no reconocer lo que se ve en la calle y en las cifras macroeconómicas.
La salida más barata que tiene Italia para salir de esta es avalar a las empresas para que la banca se decida a conceder préstamos. Es una opción arriesgada, pero dado el nivel de deuda puede que sea la única salida.