El académico y periodista británico Martin Jacques ha publicado recientemente un libro que tiene el revelador título When China Rules the World (Cuando China gobierne el mundo), en el cual sostiene que si alguien piensa que China se integrará rapidamente al sistema neoliberal del capitalismo mundial, se llevará una gran sorpresa. China no sólo será una superpotencia económica en las próximas décadas, sino que el orden mundial que construirá será muy diferente al implantado por Estados Unidos.
Los europeos y estadounidenses suponen ingenuamente que China replicará el modelo económico vigente a medida que su economía se desarrolle y su población acceda a mayor consumo. Sin embargo, eso es solo una ilusión. Los chinos tienen una concepción distinta de la sociedad y la política: se centran en la comunidad más que en el individuo, en el estado más que en un sistema liberal, en el autoritarismo más que en la democracia. China tiene 4.000 años de historia como civilización con características propias de las cuales puede sacar fuerzas. No se doblegará sencillamente bajo los valores e instituciones occidentales. Los aportes de Martin Jacques coinciden en varios aspectos con el informe Global Trends. Un orden mundial centrado en China reflejará los valores chinos, y es muy probable que Beijing opaque a Nueva York, y el cine chino opaque a Hollywood, sin hablar que el yuan se hará más sólido que el dólar. De esta misma manera, los niños del mundo aprenderán sobre los viajes del conquistador Zheng He por la costa oriental de África, tanto o más que sobre los viajes de Vasco de Gama o Cristóbal Colón.
Pero antes que cualquiera de estas cosas pueda ocurrir, China deberá continuar su proceso de crecimiento económico, cohesión social y unidad política, temas que son complejos y ante lo cual no hay nada seguro. En China subyacen profundas tensiones, desigualdades y brechas que pueden fácilmente conducir al descarrilamiento. En algunos períodos, las fuerzas centrífugas también los han conducido al caos y la desintegración.
La estabilidad China depende de manera fundamental de la capacidad de su gobierno para alcanzar logros económicos de los cuales pueda beneficiarse la gran mayoría de la población. Durante los últimos 30 años, China ha logrado sacar de la pobreza a 500 millones de chinos, quedando aún una porción muy significativa de pueblos rezagados. Es ahí donde China tiene el desafío: lograr que su modelo de desarrollo erradique la pobreza y genere el máximo bienestar colectivo. Temas que aún se encuentran en niveles muy incipientes.
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