J.M.Keynes está considerado, no sin razón, uno de los economistas clave del pasado siglo XX, y posiblemente uno de los más influyentes de toda la Historia.
Nació en Cambridge (Reino Unido) en 1883. De origen más que acomodado (hijo del también famoso economista John Neville Keynes y de Florence Ada Keynes, que llegó a ser alcaldesa de Cambridge), estudió en los prestigiosos centros de Eton y en el Kings College de Cambridge, graduándose en matemáticas y especializándose en economía.
Su trayectoria profesional le llevó a trabajar para el Tesoro británico en India primero, y posteriormente en las propias islas. Representando a este organismo participó en la Conferencia de Paz de París posterior a la I Guerra Mundial, donde discrepó profundamente de las medidas adoptadas contra Alemania. De hecho, vaticinó (con gran acierto) que dichas condiciones provocarían grandes dificultades para el país, lo llevarían al desorden social y lo convertirían en un peligro para Europa. Pero lo que sin duda le ha dado renombre fueron los planteamientos expresados en su libro de 1936 "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero". En plena Gran Depresión, y contra la corriente general que defendía el "laissez-faire" y el equilibrio presupuestario, Keynes argumentó que la crisis derivada de la ausencia de demanda podía y debía ser afrontada por los Estados mediante un mayor gasto, aunque éste provocase déficit en las cuentas públicas.
Fue Franklin D. Roosevelt quien, en 1939 y tras muchas reservas (de hecho había sido un abanderado del equilibrio presupuestario) decidió aplicar las recetas de Keynes. La maquinaria bélica ligada a la II Guerra Mundial hizo el resto, y en el quinquenio siguiente (hasta 1944) la producción de EEUU llegó a doblarse, y el paro descendió desde un 17% a poco más de un 1%.
En 1944, Keynes participa de forma decisiva en la Conferencia de Bretton Woods, origen del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y en general de un nuevo conjunto de reglas para el intercambio económico entre los países.
J.M.Keynes falleció en Sussex en 1946, pero su influencia ha sido una enorme constante sobre la economía de estos casi 75 años.
Para la posteridad, la frase que utilizó para dejar de lado a quienes planteaban los problemas que podían acarrear sus teorías en el largo plazo: "En el largo plazo, todos muertos"
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