Pongámonos en situación, clínica de fisioterapia con 5 años de trayectoria, facturación creciendo a pesar de la crisis, endeudamiento empresarial cero y se dispone a adquirir un local comercial en propiedad de 160.000 euros (más IVA), disponiendo de caja suficiente para más del 50% de la compra del local, para el IVA, los gastos de la operación e incluso una reforma valorada en 50.000 euros. Es decir, la empresa va a invertir cerca de 180.000 euros mediante fondos propios y tan solo necesita un crédito hipotecario de unos 70.000 euros.
A todas luces, la operación tiene un riesgo mínimo para la entidad financiera, existe flujo de tesorería suficiente para sufragar los pagos con normalidad y cambiarse de local le generaría incluso mejoras en la facturación y con casi toda probabilidad, la contratación de otra persona. ¿Qué es lo que ocurre? Que el mejor crédito hipotecario que se ha conseguido después de pasear casi todas las entidades financieras es a un diferencial de euribor +6,5% y unas comisiones mínimas de apertura que oscilan del 2% al 4% del principal. Eso no es financiar, es perpetrar un atraco a mano armada con nuestro propio dinero, intentar ahogar una empresa que funciona, que es rentable y que tiene capacidad de inversión. Ayer mismo vimos cómo el BCE ha abierto la barra de liquidez para las entidades como mínimo hasta julio de 2014, que tenemos los menores tipos de interés ofertados por el BCE en toda su historia pero nos encontramos ante unos diferenciales que son capaces de hundir con suma facilidad a cualquier empresa. ¿Qué decisión tiene que tomar esta empresa?
No crecer, no cambiarse, no invertir y no generar empleo. Así de sencillo. Las entidades financieras han ahogado a la economía por las ayudas púbicas que han recibido y ahora, terminan de cavar la tumba de nuestra economía cerrando completamente el grifo de la financiación por exceso de costes para proyectos que si son completamente financiables.
En el Blog Salmón | Doce reglas para conseguir financiación