En la década de los 80s, la situación de las huelgas en Reino Unido estaba bastante peor que lo que se ve en estos momentos en España. Más huelgas, más días perdidos, más violencia en la calle, y con el partido laborista, bien socialista, gobernando.
Llegó la señora Margaret Thatcher a primer ministra y decidió que este era uno de los problemas más importantes para el país y uno de sus grandes retos.
Lo primero que hizo fué una nueva ley que tenía algunos elementos muy importantes. Primero, que sindicatos debían proponer y justificar cualquier acción sindical, incluyendo cada huelga, al voto de sus miembros, antes de convocarlo o de iniciar cualquier acción. Segundo, el formato de los votos se reguló y se estableció pasos claros y no cambiables por los líderes sindicales.
Tercero, sindicatos que no recibían el apoyo de la mayoría de los votos de sus miembros por cada acción convocada, es decir, entrando en situación ilegal, serían penalizados con multas económicas muy importantes, y en algunos casos, poniendo en peligro el futuro del sindicato.
Y cuarto, hicieron a los líderes sindicales responsables de la actuación de sus representados en las calles y cualquier acción ilegal o violencia era su responsabilidad, con las consecuentes multas.
Con esta legislación aprobada, siguió una política rigurosa de control policial de las salidas a la calle, al principio actuando muy duros las fuerzas de seguridad, para frenar las acciones callejeras ilegales y las acciones callejeras violentas.
Varias acciones policiales bastante duras en contra de la violencia y en contra de las acciones ilegales en manifestaciones, con varias multas importantes y la legislación tuvo efecto. Muchas menos salidas a la calle y, cuando salían, bastante moderadas.
¿Eso es lo que pretenden aquí?