Parece ser que las autopistas de peaje construidas en los últimos años, principalmente alrededor de Madrid, están en una situación insostenible. Ya llevaban tiempo mal, y el Gobierno les concedió un crédito ventajoso que ahora no pueden pagar (los ingresos no llegan ni para cubrir los intereses).
El problema principal es que las estimaciones de tráfico fueron desastrosas. El tráfico real ni se acerca a las estimaciones, y casi toda la inversión se hizo con deuda, no con capital propio. A esto se le añade que los tribunales dispararon el precio de las expropiaciones y tenemos el cocktail perfecto del desastre.
¿Cuál es la salida que debe dar el Gobierno? Dejar que quiebren. Si esto hace que el Estado tenga parte de responsabilidad por las expropiaciones a precio mayor que el fijado, muy bien, que lo decida un tribunal. Si esto hace que haya una cadena de impagos a la banca y los bancos asuman pérdidas, muy bien, ya estamos recapitalizando sus ruinosos negocios por otro lado. Pero no podemos salvar unas empresas que hicieron unas estimaciones tan malas.
Una vez que quiebren las autopistas, el Estado debería forzar a los nuevos propietarios (los acreedores) a que las mantenga en funcionamiento y con mantenimiento, ya que si una infraestructura de este tipo se deja desatendida se degrada. Y si los acreedores renuncian a ella que sea el propio Estado el que la gestione, ya libre de deuda.
Lo que no puede hacerse es dar más dinero público a estas empresas, por muchas deudas que tengan, y ampliar concesiones (si en 50 años un negocio no es rentable, no lo será en 100 años). Las autopistas no son empresas “too big to fail” como el sector financiero, no habrá grandes consecuencias si quiebran.
En El Blog Salmón | Concesionarias de autopistas ¿se pondrán a la cola del dinero público?, Las autopistas de peaje de Madrid no cumplen sus previsiones
Más información | El País, Escolar.net
Imagen | Daniel Lobo, Flickr