La mejor inversión de algunos no era una compra para ganar dinero: un rolex de acero

¿Puede un objeto comprado con el objetivo de fardar convertirse en una gran inversión? Supongamos que Juan y Pedro son unos gemelos con trabajo similar y unos ahorros. Juan compra un reloj y Pedro invierte en bolsa que sube a su media histórica, a los dos años uno esperaría que Juan fuera más pobre que Pedro, pero sucede lo contrario, el reloj de acero que compró Juan vale mucho más que las acciones que compró Pedro. ¿Cómo es posible?

Actualmente la relojería está viviendo un auge poco esperado en una época digital, de hecho algunos relojes pasan a ser un activo de inversión más que un producto de consumo, cuando lo habitual sería esperar lo contrario, que el precio de los relojes bajara. Pero una escasez de estos productos está disparando los precios, haciendo que los fabricantes y especialmente los revendedores, obtengan unos buenos beneficios.

Conspicuous consumption

El consumo de ostentación o “conspicuous consumption” es la compra de bienes, servicios o realización de donaciones con el objetivo de mostrar el poder adquisitivo, mejorar el prestigio social y provocar la envidia en los demás. Este término fue acuñado por el sociólogo y economista norteamericano Thorstein Veblen, en su libro “Teoría de la clase ociosa, un estudio económico de la evolución de las instituciones” de 1899, a raíz de la revolución industrial.

Esto no es nada nuevo, se puede encontrar este tipo de consumo en la realeza francesa antes de la revolución francesa o en los patricios del Imperio Romano, pero también hoy en día, en tribus urbanas como los swaggers (adolescentes que llevan falisificaciones y les gusta el trap), los raperos Ice Cube y Snoop Dog haciendo vídeos con el lujoso Cadillac Escalade o el luchador de artes marciales mixtas Connor McGregor presumiendo de su reloj Jacob & Co.

En esta categoría se podía considerar que entraban los relojes Rolex, una marca que había sido capaz de asociarse con el éxito. Uno tenía éxito profesional y se compraba uno. Además estaban a un precio razonable, uno, dos o tres meses de sueldo de un profesional en un país desarrollado, con lo cuál era factible su compra, aunque siempre podía consultar la hora en uno más barato (no deja de ser cierto que Rolex fabrica y fabricó modelos muy buenos para necesidades concretas, como los trabajadores del CERN o los submarinistas de la empresa francesa Comex). Si uno quería presumir de más dinero, ya lo compraba de oro, como hace el personaje interpretado por Javier Bardem en la película dirigida por Bigas Luna “Huevos de Oro”.

Normalmente uno esperaría que estos bienes se deprecian rápidamente, como lo hacen los coches al salir de un concesionario. Bien, esto no está aplicando a los relojes mecánicos exactamente especialmente a los Rolex de acero que suben de valor nada más sacarlos del dsitribuidor oficial.

El Apple Watch no ha acabado con la industria relojera

Cuando Apple anunció su Apple Watch, se comentó por parte de un alto directivo de Apple que “la industria relojera suiza estaba j***da”. Se enfrentaba a una gran amenaza, como en su momento la tuvo con el auge de los relojes de cuarzo japoneses en los años 70, que eran mucho más precisos y baratos que los mecánicos suizos. El Apple Watch ofrecía una alternativa tecnológica y de alto prestigio a los relojes de pulsera tradicionales, ya sean mecánicos o de cuarzo. De momento parece que los adeptos de los relojes tradicionales siguen existiendo y mantienen a clientes que no quieren optar por smartwatches.

La popularización de los smartwatches no es que no sólo no haya acabado con la industria relojera, sino que en algunos casos parece que la sigue impulsando con locura. Aquí entramos en Rolex, el mayor ejemplo de la locura por los relojes.

Los Rolex que han sido una gran inversión

En 1969 Paul Newman comienza el rodaje de la película quinientas millas interpretando al piloto Frank Capua. Su mujer, Joanne Woodward, preocupada por el riesgo que podía tomar su marido aficionado al automovilismo le regaló un Rolex Cosmograph Daytona, un modelo diseñado en 1964 con funciones adecuadas para los aficionados al automovilismo y una grabación que ponía “Drive Carefully, Me” (Conduce con cuidado, yo). Paul Newman se lo regaló en 1984 al novio de su hija, james Cox, que decidió subastarlo en 2017, compartiendo los beneficios con la fundación de Nell. Alcanzó un precio de más de quince millones de euros, Joanne Woodward debió de pagar menos de 500 dólares por la época.

Es cierto que estamos hablando de un reloj parte de la leyenda de Paul Newman, pero es que se ha alcanzado tal punto que cualquier Rolex Daytona en buenas condiciones que pueda acercarse en características al de Paul Newman se vende por unas cantidades increíbles. Por ejemplo un antiguo militar de la fuerza aérea de EEUU encargó un Daytona en 1974 y lo recibió en 1975 pagando 345,97 dólares, aproximadamente su sueldo mensual. No lo usó y lo guardó con todos sus papeles.

Un experto le dirá que el mismo modelo que Paul Newman se vende entre 100.000 y 200.000 dólares, pero ese modelo en concreto se puede vender por 400.000 dólares y que dado el buen estado se puede valorar entre 500.000 y 600.000 dólares. Es decir, 50 años después el valor del producto se ha multiplicado por unos 1500. Si hubiera invertido la cantidad del reloj y hubiera obtenido una rentabilidad del 6% anual, ahora tendría 6.000 dólares más, no medio millón más. Ha obtenido una rentabilidad equivalente al 16% anual, creo que muy pocos activos pueden haber dado una rentabilidad equivalente durante 50 años.

Bien, es cierto que podemos hablar de un señor que tuvo suerte con su compra y con la decisión que tomó en ese momento de no usarlo y guardarlo, pero ¿qué sucede con otros relojes rolex? ¿Acaso no son tirar el dinero?

Un millón de relojes al año no son suficientes

Rolex fabrica aproximadamente un millón de relojes cada año, es decir, uno por cada 8.000 personas en la tierra, el número exacto lo desconocemos. Bien, si vamos a una tienda autorizada es poco probable que encontremos un rolex nuevo, sino que nos pondrán en lista de espera. Pero no es una espera de uno o dos meses, sino que puede superar los dieciocho meses, para el reloj masculino con menos lista de espera.

Actualmente existe un mercado de rolex nuevos y no usados floreciente. Volviendo al modelo Daytona, según Business Insider se anuncia su versión de acero por 13.150 dólares, en chrono24, un marketplace de relojes los encontraremos a 36.000 dólares, casi el doble del precio oficial. Aunque haya que esperar un par de años ¿qué producto de consumo duplica su precio tan sólo sacarlo del vendedor oficial?

Los aficionados a la relojería no entienden este fenómeno. No es raro encontrar a personas que igual querían regalar un rolex por un momento especial, como por la jubilación, pidiendo ayuda en foros o a personas adineradas quejándose que los han puesto en lista de espera en Twitter.

La escasez de los rolex empezó en 2016 con la re-edición del Daytona, al principio era sólo este reloj, y en su versión de acero, pero a medida que los distribuidores autorizados tenían que poner a los clientes en lista de espera, estos optaban por otros modelos de rolex, ya sea la versión en oro y acero o la que es completamente en oro, o por otros modelos. En 2018 ya había escasez del modelo Explorer II. Actualmente la hay de prácticamente todos los modelos, incluyendo el Explorer o el Milgauss. El fabricante es consciente de esta escasez de modelos, y a pesar de producir a toda marcha, la escasez de los rolex cada vez aumenta. Los expertos en relojes hacen teorías, no saben si la escasez es porque ha sido creada artificialmente por la marca para vender esos modelos no tan deseados, si fue algo temporal e intenta mantenerla porque así incrementa la exclusividad de la marca y en tercer lugar que Rolex produce al máximo de lo que puede, ya que los relojeros suizos fabricaron de sobra antes de la crisis de 2008, y se encontraron con más relojes de los que podían vender en sus almacenes. Lo otro que se plantea es que así venden más relojes de oro, sobre los que tienen un mayor beneficio.

De hecho, se cree que al incrementarse la popularidad de los Rolex, se está incrementando la popularidad de los relojes de marcas más normales para el gran público, con lo cual el resto de la industria estaría interesante. La fundación propietaria de Rolex por ejemplo, también tiene la marca Tudor, que podría ser interesante para aquellos que no puedan pagar un Rolex, pero sí un producto más caro que el típico smartwatch o reloj de cuarzo barato.

Pregunta a los lectores, ¿tienen un rolex u otro reloj de lujo? ¿Por qué?

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Imagen | 4lexmccarthy

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