Pese a que ninguno de los analistas daba mayor crédito a la teoría del desacople, esta parece imponerse por la fuerza de sus propios méritos. Los países asiáticos, y especialmente China, viven un serio repunte que les ayuda a superar los impactos de la crisis a un ritmo mayor al previsto. Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur experimentan importantes mejoras en sus índices de producción y empleo que están ayudando a amortiguar los efectos de la mayor crisis económica en 80 años.
Una crisis que, sin embargo, ha significado una bendición para China, pues le ha permitido alejar a su economía de la droga de las exportaciones, y aplicar un giro hacia el consumo interno. Todos los datos indican que el impacto de la crisis ayudará a cumplir las proyecciones que se han dado para la China de 2025 en el informe Global Trends, que marca el fin de la hegemonía estadounidense. China comienza a posicionarse no sólo convirtiendo al yuan en divisa mundial, sino también dando una lección a occidente.
Datos aportados por Bloomberg o Financial Times dan cuenta que China se fortalece para reemplazar a un débil Estados Unidos como la economía más grande del mundo para el año 2025. Hacia el 2050, se estima que la producción anual de China será cercana a los 70 billones de dólares, frente a los 40 billones de Estados Unidos.
Por eso la crisis ha sido positiva para China cuya caída en picada de las exportaciones ahuyentó a muchas empresas de occidente que se instalaron ahí para aprovechar la mano de obra barata. Este cambio ha obligado a disciplinar la economía China hacia el interior y reorientar su consumo interno. La demanda doméstica, olvidada por el régimen chino, ha sido el elemento que le ha permitido recuperar el equilibrio y con ello mantener el nivel de empleo.
Estudios anticipan que el crecimiento de China para el próximo año alcanzará el 11,9%, frente al consenso de una expansión superior de 9,5% para este año, el mayor crecimiento del planeta en un año de fuerte crisis y en el cual muchas economías arrojarán cifras negativas.
Con estas proyecciones, China será una economía de 20 billones de dólares en el 2025 y el consumo representará cerca de 9,5 billones de dólares, o un 47%. El año 2008, el consumo representaba el 37%, cerca de 1,63 billones de dólares de un PIB de 4.42 billones de dólares. Si la disciplina de consumo y empleo se mantiene en orden, China puede seguir creciendo a tasas de dos dígitos durante un par de décadas. La clave está en no dar espacio a la especulación. Repetir la triste experiencia de Europa y Estados Unidos sería un error fatal para el gigante asiático.
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