Está claro que la economía mundial vive momentos complicados. Hay incertidumbre sobre el futuro y lo más claro es que nos acercamos a una década perdida, como la que tuvo Japón en los años 90 después de haber llegado en los años 80 a ser el Imperio del sol naciente. Y frente a momentos complicados, las movidas estratégicas deben ser enérgicas. Por eso el plan de 787 mil millones de dólares impulsado por Barack Obama para la moribunda economía estadounidense fue aprobado por el Congreso. Este proyecto se convierte en uno de los más importantes logros legislativos desde que Franklin Delano Roosevelt impulsara su New Deal, en 1933.
El paquete contiene aproximadamente 300 mil millones de dólares en incentivos fiscales para los particulares y las empresas, más de 250 mil millones en ayudas directas a los estados y las personas en dificultades, y casi 200 mil millones para modernizar y mejorar la infraestructura del país. Con esto el gobierno de Obama pretende crear unos 3,5 a 4 millones de puestos de trabajo. En ningún caso se pretende detener la masiva destrucción de empleo que se ha producido en los últimos meses, pero al menos disminuirla. Se sabe que a mediados de año la tasa de paro estará en torno al 10%.
El estímulo más costoso del plan es un recorte de impuestos de 400 dólares desde la nómina de sueldos para los individuos y 800 dólares para las parejas, a un costo total de 116 mil millones. Jubilados, veteranos discapacitados y otros que no pagan impuestos, obtendrán una ayuda de 250 dólares. El proyecto incluye también 10 mil millones en ayudas para las empresas, amortizaciones más rápidas para los equipos que se adquieran este año, e incentivos para las empresas que producen e invierten en fuentes de energía renovables como la solar y la eólica. También se incluye un plan para reprogramar la deuda de las empresas y evitar que continúen las quiebras.
Una de las polémicas que, sin embargo, se ha desatado es el Buy American (Compra Americano), con los reclamos de las organizaciones sindicales y los gobiernos asiáticos y europeos. El plan de Obama ha hecho hincapié en utilizar el dinero para “comprar americano”: hierro, acero o mano de obra, lo que ha vuelto a encender el debate sobre si tales reglas en una economía mundial llegan al proteccionismo. Estos productos manufacturados se utilizarán para los edificios públicos y obras públicas financiados con cargo al programa de estímulo. Pero también incluye salvedades: Por un lado, el texto afirma que la compra de productos estadounidenses no debe violar las políticas vigentes en los acuerdos comerciales internacionales. Tampoco se aplicará si los bienes de fabricación propia no están disponibles en las cantidades suficientes o si se va a incrementar el costo del proyecto global en más de un 25%. La carretera federal, el tránsito, el aeropuerto y los proyectos ya están cubiertos por los requisitos de la Buy American.
“Este paso histórico no es el final de lo que haremos en torno a nuestra economía, sino más bien el comienzo. Los problemas que nos llevaron a esta crisis son profundos y generalizados, y nuestra respuesta debe ser igual de profunda y generalizada”, señaló Obama, manifestando, por sobre todo, una gran cuota de realismo.
Fuente | BusinessWeek
Imagen | Flickr Mike Litch