En relación a la actual crisis, ha habido un profundo debate en torno a las políticas macroeconómicas que se daban como perfectas y que han terminado desplomando a la economía global. En artículos como El Consenso de Washington en crisis o Fundamentalismo y realismo en economía, he planteado que gran parte de este fenómeno recesivo responde a situaciones que se arrastran durante décadas, y cuya falla está mucho más allá de la crisis subprime o la caída de Lehman Brothers. Esta falla interna obligó a los gobiernos de todo el mundo a reaccionar al unísono para evitar un descalabro aún mayor.
Por eso que no debe sorprender que esta vez sea el propio Fondo Monetario Internacional, a cargo de su economista jefe, Olivier Blanchard, quien examine algunos de los principales elementos pre-crisis que resultaron ser incorrectos en el quehacer de la economía mundial. En el artículo Repensando la política macroeconómica Blanchard, Paolo Mauro y Giovanni Dell’Ariccia, intentan detectar los errores cometidos por las políticas macroeconómicas que nos tienen en el borde del precipicio, así como dibujar los contornos de un nuevo marco de política macroeconómica para el futuro.
En este aspecto, Blanchard recalca uno de los aspectos en los cuales he hecho hincapié: ¿Fue buena la política antiinflacionaria? Es decir, ¿fue buena la política monetaria, via consenso de Washington, de llevar la inflación en torno al 1%-2%?. Reconociendo que la inflación es un mal dado que reduce el poder adquisitivo de las personas que viven de su sueldo, siempre debemos tener en cuenta otros aspectos claves: la perdida transitoria de una parte del poder adquisitivo (inflación moderada), versus la pérdida total del poder adquisitivo (paro). Ahora que se habla de bajar los salarios, es posible tomar nota que la inflación moderada: del 4% al 8% (y transitoria, dado que obliga al reajuste de salarios), resulte ser menos grave que los niveles de desempleo que se propagan por todo el mundo y que no tienen pronta solución. Cada día las empresas siguen anuciando miles de despidos.
Otro de los puntos en los que Blanchard coincide plenamente en lo expresado en artículos como ¿Quien ganó con el control de la inflación?, es el cuestionamiento a una política monetaria centrada en un solo instrumento: la tasa de interés. Ahora que las tasas de interés en todo el mundo se encuentran alineadas por casi dos años en torno al 0% se descubre la ineficacia de la política monetaria. ¿Por qué a los bancos centrales no se les instó a cuidar los niveles de empleo y crecimiento de los países? Sólo se los obligó a preocuparse de los precios, y esa situación fue la que permitió dos de las grandes lacras de las últimas dos décadas: por un lado la creación de trabajo mayoritariamente precario, y por otro la incubación de fraudes y estafas que se practicaron en todo el mundo y de los cuales casos como los de Madoff, o los de Goldman Sachs con Grecia son solo un ejemplo.
Otro de los puntos que plantea el documento fue el escaso rol de la política fiscal, que en las últimas tres décadas quedó relegada a un tercer plano después de la desregulación financiera y el laissez-faire de la globalización. Así fue como los llamados estabilizadores automáticos (subir impuestos en los momentos de auge y bajarlos en los momentos de crisis, por ejemplo) quedaron completamente obsoletos y a expensas de los caprichos políticos y del cortoplacismo del populismo.
En suma, el documento de Blanchard reconoce que la economía global tomó una dirección errónea que debe ser cuestionada y corregida. La política fiscal y la política monetaria deben estar más ingradas para lograr el nivel de empleo que requieren los países. Es al menos el primer paso para el cambio que se requiere.
Más información | Fondo Monetario Internacional
En El Blog Salmón | Fundamentalismo y realismo en economía, ¿Quien ganó con el control de la inflación?
Imagen | sergis blog