La gráfica que demuestra la poca progresividad de los impuestos en España. Las rentas bajas pagan un 30%

La fiscalidad en España se ha convertido en uno de los temas más controvertidos del debate público. A pesar de los discursos oficiales que defienden la progresividad del sistema impositivo, una gráfica que se ha vuelto viral muestra una realidad diferente: las rentas bajas en España destinan aproximadamente el 30% de sus ingresos al pago de impuestos, un porcentaje que no dista mucho del que pagan las rentas altas.

Esto plantea serias dudas sobre la equidad del sistema fiscal y su capacidad para reducir las desigualdades.

¿Qué es la progresividad fiscal y cómo debería funcionar?

La progresividad fiscal implica que quienes tienen mayores ingresos contribuyen con una proporción más alta de sus recursos al sostenimiento del Estado. Esto se consigue a través de impuestos directos como el IRPF, que tiene tramos crecientes de tributación.

En teoría, esta estructura debería garantizar que las personas con menores ingresos paguen menos impuestos en proporción a sus recursos, mientras que las rentas más altas asumen una mayor carga fiscal.

Sin embargo, en la práctica, el sistema fiscal español está lejos de ser plenamente progresivo. Esto se debe principalmente al peso de los de las contribuciones a la Seguridad Social, que son más abultadas en las rentas bajas.

La gráfica que lo explica todo

Una gráfica compartida recientemente en redes sociales, basada en datos de estudios de Gestha (Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda), muestra que las rentas bajas destinan cerca del 30% de sus ingresos al pago de impuestos, incluyendo IRPF, IVA y contribuciones a la Seguridad.

Por el contrario, las rentas altas apenas superan el 40% de carga fiscal total, lo que revela una brecha relativamente pequeña entre los extremos del espectro económico.

Esto ocurre porque, aunque el IRPF es progresivo, su impacto queda diluido por las contribuciones a la Seguridad Social, que no lo son y además tienen un tope por renta.

Y todo esto sin tener en cuenta los impuestos especiales o indirectos, que no tienen progresividad excepto en la distribución del gasto. La gráfica superior solo indica el porcentaje de salario neto recibido por un trabajador respecto al coste total para la empresa.

Además, según un informe de Oxfam Intermón, el 1% más rico de la población española apenas paga el 20% de impuestos sobre sus ingresos reales debido a deducciones, el uso de sociedades patrimoniales y otros mecanismos de optimización fiscal. Esto contrasta con las rentas medias y bajas, que carecen de acceso a estas estrategias, lo que agrava las desigualdades.

Cuando se compara el sistema fiscal español con el de otros países europeos, las diferencias son notables. Según datos de Eurostat, la carga fiscal efectiva sobre las rentas bajas en España es una de las más altas de la Unión Europea. En países como Suecia o Dinamarca, que también tienen altos impuestos indirectos, estos se compensan con transferencias sociales más generosas y sistemas de bienestar que reducen significativamente la desigualdad.

En cambio, en España, las transferencias sociales tienen un impacto redistributivo mucho menor. Un informe del Banco de España destaca que las políticas de gasto público en el país no son tan efectivas como en otros lugares para reducir la desigualdad. Además, la evasión fiscal por parte de grandes empresas y fortunas contribuye a una distribución desequilibrada de la carga impositiva.

Factores que agravan la situación

Según Gestha, el 70% del fraude fiscal en España lo cometen grandes empresas y fortunas, lo que reduce la recaudación potencial y aumenta la presión sobre las rentas medias y bajas.

También, muchas de las deducciones y bonificaciones benefician desproporcionadamente a las rentas altas. Por ejemplo, las desgravaciones por planes de pensiones o por inversión en vivienda suelen ser utilizadas principalmente por quienes tienen mayor capacidad de ahorro.

El impuesto sobre el patrimonio, que en teoría debería gravar a las grandes fortunas, varía considerablemente entre comunidades autónomas, lo que permite a los más ricos trasladar su residencia fiscal a regiones con menor carga impositiva.

Mientras que las rentas derivadas de inversiones, como acciones o propiedades, tienen una carga impositiva menor que las rentas del trabajo, lo que beneficia principalmente a los contribuyentes más ricos. Según datos de la OCDE, España tiene una brecha significativa en la tributación de estos dos tipos de ingresos.

Propuestas para una mayor progresividad

Para corregir estas desigualdades, varios expertos en fiscalidad proponen medidas concretas. Como, por ejemplo, reducir el tipo impositivo en bienes de primera necesidad y aumentar el gravamen en productos de lujo podría aliviar la carga sobre las rentas bajas O armonizar el impuesto sobre el patrimonio y gravar las rentas del capital de manera más estricta podría aumentar la recaudación y mejorar la equidad.

Mejorar los recursos destinados a la Agencia Tributaria y endurecer las sanciones podría reducir significativamente el fraude podría ser otra opción. Así como destinar más fondos a subsidios y ayudas para las rentas bajas podría mitigar el impacto regresivo de los impuestos indirectos. E introducir tramos adicionales para las rentas muy altas y reducir la carga sobre los tramos inferiores podría generar un sistema más equitativo.

España cuenta en la actualidad con un sistema que, a pesar de su retórica progresiva, perpetúa desigualdades estructurales. Mientras las rentas bajas y medias soportan una carga fiscal desproporcionada, las grandes fortunas y empresas encuentran formas de minimizar su contribución.

Imágenes | Unplash, Instagram

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