La neolengua, en clave económica

No recuerdo si fue en El Mundo o en El País, pero este fin de semana había una viñeta realmente acertada. En la misma, se recibía una llamada en la Real Academia de la Lengua Española. Se trataba de nuestro Presidente, José Luis Rodríguez. Para sorpresa de los académicos de turno, no les llamaba para incluir la palabra miembra en el Diccionario. Lo que pretendía era eliminar la palabra crisis.

Esta semana nos hemos reído mucho con la ocurrencia de Bibiana. Pero el tema es serio. Refleja una concepción, considero inteligente, acertada y maquiavélica del uso del lenguaje como arma política. Y como refleja el chiste, hace ya tiempo que se viene usando en clave económica para reinterpretar la realidad, recordándome en gran medida a la Neolengua de 1984, de Orwell.

Llevamos meses escuchando que aquí no hay crisis. Se repite machaconamente una y otra vez. Y si la hubiese, sería de antipatriotas el reconocerlo. Aquí lo que hay es una desaceleración económica más rápida de lo que habíamos previsto. En esta nación los parados pueden dejar se de serlo a golpe de resolución administrativa, convirtiéndose en demandantes de servicios previos al empleo. En este país, a la subida de la tarifa eléctrica supondrá mágicamente unos peores resultados para las compañías suministradoras. En España a los datos se les llama pesimismo. En el país de El Quijote, a los microapartamentos se les llama soluciones habitacionales, y los riso no se trasvasan, se transfieren

En parte, el uso de este lenguaje, y hablo en términos económicos, se basa en considerar que la economía es en gran medida un estado de ánimo, donde las expectativas son fundamentales. Por tanto, conviene el optimismo. En buena medida es cierto. El problema consiste en que la economía tiene ese sustrato psicológico, si, pero no es el único ni fundamental condicionante. Y si ese optimismo no es capaz de remontar la dura realidad, la frustración y el descrédito son mucho mayores. Recordando su lema, el pueblo español no se merece un Gobierno que les mienta.

Por tanto, aquí hay algo más, en esta reinterpretación de la economía. Se trata de una visión totalmente política del lenguaje. Y, como muy bien saben algunos políticos, si uno acaba imponiendo su lenguaje, su código, tiene muchas más posibilidades de salir victorioso frente al oponente. De ahí, por ejemplo, el tremendo error de hablar de comandos o cúpulas militares en el caso de grupos terroristas. Pues bien, nuestro Gobierno es consciente de que en la medida de que haya equilibrio presupuestario y no déficit en la mente de los españoles, podrá conservar el poder, por mucho que la diferencia, aun siendo optimistas, sea microscópica. La pregunta, que es la que a mi me importa, es si retorciendo el lenguaje van a ser capaces de vencer a la crisis.

Por cierto, ¿a nadie le suena tan creíble el Ministerio de la Verdad como el Ministerio de Igualdad?

Vía | El Economista Más información |Neolengua En El Blog Salmón | A ver si nos aclaramos

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