La masacre en el mercado del petróleo aún no ha terminado: el Brent y el WTI continúan en picada y han alcanzado su valor más bajo de los últimos siete años. La decisión de la OPEP del pasado viernes de aumentar la producción de crudo desde los 30 millones de barriles diarios a 31,5 millones de barriles al día sorprendió a todo el mundo y aceleró la guerra de precios. El cártel petrolero está muerto. Desde 1982 la OPEP había establecido las metas de producción y en 2011 fijó el techo de la producción en 30 millones de barriles al día. La decisión de producir más en momentos en que el crudo se cotiza en su valor más bajo desde 2009 no hará más que seguir hundiendo el precio.
En solo 16 meses el precio del petróleo se ha derrumbado desde los 110 dólares el barril a poco más de 40 dólares, llevando a la industria petrolera a una verdadera guerra de precios. El lunes el precio de referencia del WTI rompió la marca de los 38 dólares el barril, un valor que pone en serios apuros a la industria petrolera de Estados Unidos. Sólo en Texas, según New York Times se han perdido 50 mil puestos de trabajo. A nivel global se estima que este año han perdido sus empleos más de 250 mil trabajadores.
La guerra del petróleo ha creado un exceso de oferta que continuará con toda su fuerza pese al cierre de cientos de plataformas. Los perforadores de esquisto han recortado muy poco el bombeo y la producción en el Golfo de México sigue aumentando. De acuerdo a los últimos datos disponibles la producción en Estados Unidos ha llegado a los 9,3 millones de barriles diarios, apenas un 3 por ciento menos de su pico en abril. Este potencial puede incluso aumentar el próximo año dado que los productores tienen contratos con fondos de cobertura que pagan un precio más alto al valor de mercado. Sin embargo, hasta esta linea de precios ve retroceder sus fronteras.
Los precios de los contratos a largo plazo también se han desplomado y el barril de WTI para entrega en diciembre de 2022, que antes del viernes se cotizaba sobre los 60 dólares, se hundió a menos de esa cifra poniendo en apuros la cobertura financiera. Al parecer no hay esperanza de una pronta recuperación y el temido anuncio de Goldman Sachs de que el petróleo puede llegar a los 20 dólares el barril se hace cada día más posible.
La insólita decisión de la OPEP
Dentro de variedad de factores detrás de esta caída de los precios está el aumento de la producción de la industria petrolera de Estados unidos por la vía del fracking, la incoporación del crudo iraquí y la desaceleración china. Tradicionalmente la OPEP producía el 40% de la oferta petrolera mundial, pero desde hace 18 meses la producción de Estados Unidos aumentó prodigiosamente y arrebató cuotas de mercado. También creó la sobreoferta que ha hundido los precios.
Este sorpresivo aumento de la oferta se produce en momentos de fuerte contracción de la demanda mundial. Por eso resulta insólita la decisión de la OPEP de no recortar la producción para apuntalar los precios. Países de la OPEP como Irán, Argelia, Venezuela y Ecuador estaban por recortar la producción pero sus esperanzas se desvanecieron el viernes cuando la OPEP anunció una medida en la dirección opuesta y elevó la producción a niveles récord.
La estrategia comandada por Arabia Saudita busca sacar del mercado a la industria petrolera via esquisto de Estados Unidos. Sin embargo en esta guerra no habrá ganadores dado que nadie quiere ceder cuota de mercado y todos optan por producir más en un temerario momento de turbulencias financieras. La sobreoferta de petróleo barato resulta buena para la industria química donde el petroleo es una materia prima clave, y para los consumidores. Pero los grandes perdedores son los países productores, muchos de los cuales no pueden permitirse un barril de petróleo por debajo de los 40 dólares. Venezuela, cuyo presupuesto depende en gran medida de los ingresos del petróleo, tienen grave problemas financieros y esto significó la primera derrota para el chavismo en los últimos 17 años en la elecciones parlamentarias del domingo pasado.
Pero otro perdedor clave es el clima. La disponibilidad barata de petróleo y otros combustibles fósiles como el carbón y el gas puede inhibir el desarrollo y el uso de energías alternativas en todo el mundo. La falta de innovación y de inversión en fuentes de energía renovables está dando como resultado un peligroso aumento en las emisiones de CO2 que podría llevar a una catástrofe climática de dimensiones desconocidas. Esto es lo que discute en la cumbre de París sobre el cambio climático COP21. Los actuales precios del petróleo amenazan con dar al calentamiento global una aceleración irreversible. Es el lado oculto y más nocivo que envuelve esta auténtica guerra de precios.