El objetivo que buscaba el Partido Popular era la distribución de los límites de déficit entre las autonomías de manera asimétrica, de tal manera que cada autonomía tenga un límite diferente y tenga mayor o menor capacidad de gasto por encima de los ingresos previstos. Las negativas no se han hecho esperar y la mayoría de presidentes autonómicos, descarta la política de déficit a la carta, dado que la sombra de Cataluña y el juego de favoritismo político pesa más para los dirigentes que la propia realidad económica de las autonomías. Rajoy queda desacreditado y sencillamente, no contará con el apoyo de las autonomías del PP para redistribuir el déficit a la carta. Extremadura y Madrid se oponen frontalmente, la comunidad valenciana aboga por un reparto asimétrico, Galicia nada a doble banda y Feijoó no dice ni si ni no, sino todo lo contrario en línea con Baleares y por su parte, Montoro sigue a su aire preparando ajustes autonómicos sin contar realmente con el Consejo de Política Fiscal y Financiera que sienta regularmente a las autonomías con Hacienda.
El problema es realmente grave dado que las autonomías no son conscientes realmente de la capacidad de ingresos y gastos de las cuentas públicas, soportan una gran parte del gasto público y tampoco tienen la autonomía recaudatoria suficiente. Si a esto le sumamos que las cuentas autonómicas arrojan más sombras que luces y que cada autonomía tiene unas prioridades diferentes de gasto, dificilmente se puedan conseguir unos presupuestos equilibrados.
El horizonte de acuerdo que debería haberse alcanzado en breve, se pospone y seguimos negociando con Europa la relajación de los límites de déficit, a la par que sigue aumentando la deuda pública en circulación y seguimos gastando mucho más que se ingresa sin que se vea un retorno claro de este flujo de gasto público. ¿Soluciones? Desde luego, cuando el capitán del barco, ha perdido la autoridad hasta en sus dominios, realmente ninguna.
En El Blog Salmón | Solidaridad territorial y financiación autonómica