En su reciente Encíclica Caritas in Veritate, el Papa Benedicto XVI dedica una reflexión sobre la economía mundial y el punto de vista de la Iglesia y el Vaticano sobre estos temas. Esta nueva Encíclica intenta recordar los 40 años de la Populorum Progressio, de Pablo VI, donde se señalaba que la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre entendido como un ser humano.
Si cada hombre no es visto como todo el hombre, se cierra la posibilidad al desarrollo del ser humano. La actual crisis demuestra la necesidad de una relación entre ética y economía, dando cuenta de la fragilidad de un sistema que, producto de ciertos excesos, ha derivado en fracaso. En este sentido, y tal como lo hiciera Juan Pablo II, Benedicto XVI entrega una apreciación sobre el rol del mercado, señalando que éste no debe ser el lugar donde el poderoso oprima al débil.
En este interesante documento cuya lectura resulta esencial, Benedicto XVI aborda muchos de los temas que son importantes a la hora de comprender lo ocurrido. Por ejemplo, respecto a la movilidad laboral, señala:
La movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada, ha sido un fenómeno importante, no exento de aspectos positivos porque estimula la producción de nueva riqueza y el intercambio entre culturas diferentes. Sin embargo, cuando la incertidumbre sobre las condiciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para abrirse caminos coherentes en la vida, incluido el del matrimonio. Como consecuencia, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social. Respecto a lo que sucedía en la sociedad industrial del pasado, el paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prolongada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: “Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”
De ahí que un modelo económico en el cual sus operadores consideran lícita cualquier acción y donde se cree cigamente en la capacidad del mercado para autorregularse; en el cual se convierte en algo común la estafa, la malversación y el abuso, y donde, aún más, se conceden altas compensaciones a quienes han lucrado y convertido en intolerable todo el sistema, no puede ser un modelo de crecimiento para el mundo.
Tal como Adam Smith, Benedicto XVI nos recuerda las enseñanzas de Aristóteles para quien la economía está unida naturalmente a la ética, dado que es un requisito indispensable en el “código de moralidad mercantil”, que se basa en la honestidad, la confianza y la empatía. No por nada, previo a la lectura de La riqueza de las naciones, cualquier economista, polìtico u hombre de negocios, debiera leer La teoría de los sentimientos morales.
El alejamiento de la economìa de las ciencias morales es relativamente reciente: fines del siglo XIX, con la revolución marginalista, que más tarde creó la “economía pura”, y luego la “economía positiva”, que determinaron los principios del comportamiento del “homo economicus” que se basa en la maximización racional y el bienestar individual. Teorías plenamente top que tomaron el control del mundo en los últimos 30 años.
Benedicto XVI señala que el mercado no existe en forma pura ya que es afectado por consideraciones culturales. También señala que la economía y las finanzas pueden ser instrumentos que empujen al hombre al abuso y ser usados de mala manera cuando la motivación final no es más que un fin individualista por alcanzar riqueza sin importar la pobreza que generará a otros. Para el Papa, el tema central es la ética que debe prevalecer en el comportamiento de los agentes y los mercados. Amigo lector, aqui tiene el link para que lea el documento.
Más información | Caritates in veritate
Imagen | Sebastian Bergmann