El otro día Canguro Rico levantaba un debate interesante: la aparente contradicción entre las recomendaciones de "El libro negro del emprendedor" (en el que se viene a decir que, cuando se trata de emprender, "más vale solo que mal acompañado") y las experiencias de algunos emprendedores.
Mi sensación, como expuse en un comentario en el blog de Angel María, es que ambas visiones son compatibles. Sin duda, cuando uno va a emprender es raro que disponga de todos los recursos (dinero, habilidades, conocimientos, contactos, etc.) y por lo tanto tendrá que recurrir a otras personas para complementar aquello de lo que carece. Parece obvio, por lo tanto, que aquello de "emprender solo" no es demasiado factible.
Sin embargo, que necesites de otros en una empresa no quiere decir, necesariamente que esos otros deban tomar la forma de socio, y mucho menos que deban hacerlo de socios en igualdad de condiciones. Se puede emplear a personas, se pueden comprar productos y servicios, se pueden firmar alianzas y colaboraciones... todos son formatos válidos para obtener aquello de lo que se carece, y que no tiene un impacto en el "reparto de poder".
En mi opinión, para que emprendizaje funcione sí que viene bien que haya una única cabeza visible, la del "visionario" que pone en marcha el proyecto. Recibirá la ayuda y los consejos de muchos otros, pero es bueno que haya un único decisor que sea capaz de tomar las decisiones. Y es bueno que todos los que le rodean sepan que, en última instancia, "el balón es suyo" y él es el que manda. Estructuras de capital con varios socios con participaciones similares, o donde es posible desestabilizar mediante alianzas entre socios minoritarios, no son más que una fuente de problemas que pueden distraer el proyecto de su objetivo principal.
¿Emprender solo? No, acompañado. ¿En igualdad de condiciones? Tampoco.
Foto | Extranoise