Ha fallecido a los 101 años David Rockefeller, el último nieto con vida del gran magnate John D. Rockefeller. El abuelo Rockefeller es considerado como el hombre más rico que jamás ha vivido en el planeta Tierra, comparando con la riqueza de su época. Amasó su fortuna con el imperio petrolífero Standard Oil, compañía antecesora de muchas de las grandes petroleras actuales, como ExxonMobil o Chevron.
A pesar de dedicar grandes cantidades de dinero a la filantropía en los últimos años de su vida, John D. Rockefeller dejó una vasta fortuna repartida en fundaciones y sociedades patrimoniales que fue heredada por su único hijo varón, John D. Rockefeller Jr. David era el más joven de los hijos de 'júnior' y el único que quedaba vivo. Ejercía como cabeza familiar del clan y era, además, el miembro más rico del mismo.
David Rockefeller no hizo carrera en el sector petrolífero, sino que tras formarse en Económicas en tres de las más prestigiosas facultades del mundo (en Harvard, la London School of Economics y Chicago) entró en el sector bancario, llegando a presidir el banco Chase Manhattan (hoy JP Morgan Chase) durante dos décadas. Deja una gran fortuna, pero comparativamente mucho menor que la que llegó a tener el precursor del clan familiar.
Billonario, pero lejos de la primera división de los más ricos del mundo
Según la lista de la revista Forbes, autoridad mundial en clasificación mundial de ricos, David Rockefeller tenía en el momento de su muerte una fortuna de 3.300 millones de dólares (o 3,3 billions, en terminología norteamericana). Aunque se trate de una cifra mareante para el común de los mortales, esto le coloca en una modesta posición 604 del ránking mundial, muy por debajo, por ejemplo, de la heredera de Amancio Ortega, cuya fortuna es más del doble.
La riqueza de Rockefeller no procede solo de su enorme herencia. Al margen de su importante carrera como ejecutivo bancario realizó importantes inversiones en bolsa, inmuebles y arte, aunque no siempre con éxito (en 2009 llegó a perder 700 millones de dólares en inversiones fallidas). En el momento de su muerte tenía el honor de ser el billonario más anciano del mundo.
Una vida de actividad filantrópica
Siguiendo el camino marcado por el patriarca del clan, David Rockefeller desarrolló una importante actividad filantrópica a lo largo de su vida, durante la cual se calcula que ha llegado a donar el equivalente a 900 millones de dólares. Realizó importantes donaciones a universidades y a las fundaciones benéficos de la familia Rockefeller, pero su nombre está especialmente asociado al MoMA. El museo de arte moderno neoyorquino fue fundado por la madre de David, y este permaneció como patrono hasta el día de su muerte, cediendo valiosísimas obras de su colección privada.
De hecho, buena parte de la fortuna de David no pasará a sus herederos sino que será destinada a causas benéficas. En concreto, el MoMa, la universidad de Harvard y la universidad Rockefeller se llevarán 100 millones de dólares cada uno, mientras que 225 millones de dólares se dedicarán a la creación del Fondo para el Desarrollo Global David Rockefeller.
El fin del clan Rockefeller como una de las grandes familias de la economía mundial
Con David se va el último Rockefeller que pertenecía a la lista de las 1000 personas más ricas del mundo. La fortuna total de la familia se calcula en torno a 11.000 millones de dólares (incluyendo los 3.300 de David), pero en la cuarta generación está ya demasiado disgregada entre los numerosos bisnietos de John D. Rockefeller (por comparar, la fortuna de Bill Gates a solas es de 84.000 millones).
John amasó en su día una fortuna sin precedentes, equivalente a unos 400.000 millones de dólares en términos actuales. No ha habido otra persona más rica que él, en términos comparativos. Pero su fortuna estaba asociada al sector petrolero, que –aunque sigue siendo vital– lleva décadas estancado frente a otros sectores económicos. Por ello los Rockefeller no son ya una de las familias que domina el mundo.
Se dice frecuentemente que 'los ricos cada vez son más ricos', pero se suele olvidar que 'los ricos' cambian. Los grandes billonarios de hoy no son los de ayer, ni serán los de mañana. La muerte del último gran Rockefeller es un perfecto recordatorio.