Tesla claramente es el fabricante más disruptivo de todo el siglo XXI, no hay otro fabricante de coches que esté creciendo a ese ritmo y cambiando tanto el panorama de la industria del motor. No obstante, este camino no está dejando de tener cada vez más escándalos.
Es normal que en una empresa con un crecimiento tan acelerado como es Tesla, nos encontremos con muchos problemas, eso es normal, el problema está en como se afrontan y se abordan. En Tesla en cambio parece que a los problemas a los que se enfrenta la empresa no son capaces de afrontarlos normalmente, especialmente con el caso del denunciante (Whistleblower en inglés) Martin Tripp.
Guerra sucia contra Martin Tripp
Martin Tripp era un ingeniero de producción junior de la fábrica de Tesla que el pasado año dio acceso a la publicación Business Insider a decenas de documentos que mostraban que la empresa estaba descartando alrededor de 150 millones de dólares en materiales en su fábrica de Sparks, Nevada, donde se fabrican las baterías en colaboración con Panasonic que se utilizan en sus vehículos.
Esto preocupaba a los inversores ya que les suponía un desperdicio muy alto en materiales, desde Tesla se dijo que dicha cantidad era mucho más alta de la real (sin dar la que ellos afirman real) y que habían reducido el desperdicio en un 60%. Teniendo en cuenta que estamos hablando de 2018, cuando Tesla se enfrentaba al “Production Hell”, no era sino otra mala noticia más sobre su capacidad de producir coches. En ese momento, muchos incluido yo mismo habíamos expuesto nuestras dudas sobre el fabricante de coches.
Además, según Tripp muchas de las baterías rotas habían sido arregladas con cinta aislante y vueltas a poner en la línea de producción, en algunos coche. Según la empresa en ningún momento se puso en riesgo a los usuarios. Esta noticia en ningún momento hubiera sido otra cosa sino una mala noticia dentro de las muchas que hubo en 2017/2018, hasta que consiguió alcanzar el nivel de producción esperado, alrededor de 5.000 vehículos semanales, y que necesitaba para sobrevivir como fabricante.
No obstante, parece que este tipo de noticias sentaron mal. A nadie le gusta tener un Whistleblower, alguien que enseñe al mundo tus trapos sucios, pero aparentemente a Elon Musk le afectó especialmente y puso un equipo de investigadores que acabaron determinando que el “chivato” era Martin Tripp, un idealista que quería forzar a la empresa a mejorar.
La empresa denunció a Tripp por 167 millones de dólares, una cantidad obviamente imposible de asumir por una persona normal. Además, más tarde ese día la oficina del Sheriff de Storey County recibió un aviso del departamento de seguridad de Tesla, Tripp estaba planeando un tiroteo en la fábrica. Esto lo desecharon en cuanto se entrevistaron con un desarmado y asustado Tripp. Además Elon Musk sugirió en Twitter que la autora del artículo de Business Insider estaba en una conspiración de inversores cortos de Tesla (es decir, que apostaban a que la acción caería en el futuro).
Tras una conversación poco agradable con Musk, Tripp llego a un acuerdo con un bogo abogado especializado en denunciantes, Stuart Meissner. Estos se llevan el 30% de las multas que pueda poner la SEC (y estamos hablando de potencialmente millones). Tripp ha cambiado de abogado desde entonces.
Los problemas de TESLA no son sólo “un chivato”
Además, el ex-gerente de seguridad de la fábrica, Sean Gouthro, un antiguo militar con pinta de tipo duro, rellenó un formulario de Whistleblower en la SEC afirmando que el equipo de investigadores había actuado de un modo poco ético. Tripp no era peligroso, pero sí había sido vigilado y su móvil hackeado. Según Tesla, Gouthro lo desveló cuando fue despedido por bajo rendimiento.
Gouthro tampoco se ha quedado ahí, según el exmilitar en la fábrica de Nevada se consumen drogas duras en los baños (ya que se ha llenado tan rápido con tantos trabajadores que e imposible de controlar). Gouthro había trabajado antes en Facebook, que considera más profesional, y su trabajo en Tesla era organizar el caos.
Dentro de este caos de drogas y sexo, hay que destacar la historia que denunció también Karl Hansen (ex trabajador de seguridad de Tesla) también en un formulario de Whistleblower, según afirma dentro de la fábrica se trafica con drogas, algo que ya está bajo investigación de la DEA (aunque la DEA nunca confirma cuando investiga algo).
Si es cierto que Tela está consiguiendo sus objetivos de fabricar miles de coche eléctricos y expandirse por el mundo, es cierto que también tiene un lado oscuro, que debería poner orden en casa, si no, me temo que veremos más noticias como esta y seguiremos viendo noticias poco halagadoras como esta. Algo que sin duda afectará a los consumidores y a los inversores, y por tanto a las perspectivas de la empresa
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Vía | Bloomberg Businessweek
Imagen | HumDoyle
Imagen | Robert Couse-Baker