Los perjudicados son los trabajadores y los clientes a los que se les reduce el abanico de elecciones. Uno de lo sectores que han sido más reacios a la competencia ha sido el bancario. Hubo un tiempo en el que la apertura de sucursales estaba limitada por el Estado como ahora todavía lo son los estancos o las farmacias.
Después la legislación se liberalizó, pero los grandes bancos sustituyeron las limitaciones legales por acuerdos tácitos acordados en las tradicionales reuniones de los presidentes de los grandes bancos.
Esas reuniones finalizaron cuando Emilio Botín se negó a participar. Los acuerdos entre empresarios están bien para todo aquel que se quiera quedar como está pero no para aquellos que quieren crecer. La gestión del banquero cántabro con las supercuentas que desataron una guerra por la retribución del pasivo nunca vista anteriormente.
Pero muchos empresarios todavía no se dan cuenta que vivimos en un sistema de libre competencia. Ese es el caso de las cajas de ahorro vascas y navarras que acaban de ser multadas con 24 millones de euros por la Comisión Nacional de Competencia. Las cajas utilizaban las reuniones de la Federación Vasco-navarra de cajas de ahorro para acordar un pacto de no competencia y de coordinación de comportamientos competitivos frente a terceros. Actuaban como un cartel, algo prohibido por la Ley de Defensa de la Competencia.
Un caso curioso fue la multa que le cayó a la asociación de sidreros de Asturias por acordar el precio de venta de sus bebidas. La Comisión no necesitó ninguna larga investigación ya que los empresarios publicaron un anuncio en los principales periódicos de la región comunicaron la decisión que habían tomado.
Ya sabe la moraleja: si alguna vez va a violar la ley, no lo anuncia en el periódico.