Ayer la epidemia del Coronavirus en España tuvo su punto de inflexión. El cierre de colegios para 1,5 millones de alumnos, las recomendaciones de teletrabajar y no viajar es un paso más en la dirección que están tomando los países con más afectados (entre los que nos encontramos).
Sin embargo vamos tarde, se están tomando medidas con más de 1.000 afectados que deberían haberse tomado con los primeros datos, tal y como hizo China cuando decidió poner una ciudad de 10 millones de habitantes en cuarentena cuando tenía 500 casos. Actuar rápido es siempre más efectivo.
Cerrar el país
La solución de Italia, cuando ha llegado a los más de 7.000 afectados, ha sido cerrar el país, no sin antes tomar medidas más tímidas. Lo que estamos viendo ahora en Italia es el futuro de España y por tanto hay que aprender de ellos.
Países como Corea y Japón se han tomado más en serio la epidemia y han logrado que el crecimiento de sus casos sea más lento (el famoso aplanamiento de la curva de infectados que tenemos que lograr). China ha tenido su saturación total del sistema sanitario pero las medidas impuestas han sido brutales y han logrado que ya lleven dos días sin nuevos casos detectados.
En lugar de ir avanzando poco a poco en las medidas de control lo que tenemos que hacer ya es tomar medidas a la italiana, cancelar eventos (fallas, Semana Santa), obligar al teletrabajo a los que puedan, los que no pueden que directamente no trabajen, facilitar las bajas para cuidados de hijos y restringir la movilidad (para esto hay que declarar el Estado de Alarma).
La economía va a sufrir, sí. El Estado tiene que, como asegurador de última instancia, cubrir el coste para que el bache sea soportable. Hay muchas formas imaginativas para hacerlo. Pero es que esto va a pasar, si no lo hacemos hoy será dentro de 15 días pero con los hospitales saturados.
Otras ocasiones en las que hemos sido lentos
No es la única vez que hemos sido lentos al tomar medidas. En la pasada crisis económica fuimos lentos al reconocer el problema y en atajarlo de raíz. Al final tuvimos que hacer rescates, crear un banco malo y un largo etcétera cuando la bola se había hecho gigante y los daños terribles.
También fuimos lentos en la crisis afrontando el problema del déficit. Cuando teníamos que haber estado preocupados por el mismo se intentó una pequeña inyección de dinero (Plan E) que fue básicamente regalarlo para unos efectos irrisorios, y tuvo que venir Europa a darnos un capón para que recortáramos el déficit.
En la tragedia del Prestige también fuimos lentos. Y en la crisis del independentismo catalán también. Tenemos una larga tradición (en todos los partidos) de dejar enquistarse los temas complejos en lugar de abordarlos de forma rápida.
Minimizar los problemas e ignorarlos no funciona. Hay que afrontarlos de frente y con todas las herramientas que tiene el Estado, que son muchas. Si dejamos que se hagan más grandes los mecanismos disponibles no son tan efectivos.