Hace tan solo unos días todos quedamos perplejos al observar cómo Alemania ha sabido reivindicar su potencial con un crecimiento económico del 3,6% en un ejercicio económico tan complicado y convulso como lo fue el pasado 2010, aumentando la brecha entre los países de la unión europea más rezagados, y confirmando quien va a tener la ‘batuta’ del devenir económico futuro entre los países del viejo continente.
Hoy se ha publicado un indicador que confirma su salida de la crisis, el de confianza empresarial que publica mensualmente el Instituto de Investigación Económica Alemán (IFO), y que ha arrojado 110,3 puntos, alcanzando el valor más alto desde la reunificación alemana, y consolidando las buenas expectativas que se ciernen respecto a su evolución económica.
Para que un país atraviese con éxito una coyuntura recesiva de la economía, además de coordinación, rigor y la implementación de las políticas adecuadas, se necesitan cantidades ingentes de un activo inmaterial y de incalculable valor, la confianza. Sin ella, por muy buena que sea nuestra hoja de ruta, nunca conseguiremos los objetivos deseados.
Resulta muy complicado pedir confianza cuando las drásticas consecuencias de la crisis se sufren a pie de calle, apreciando que el número de desempleados no para de cesar, y la producción y los márgenes empresariales en lugar de crecer se contraen. Al igual que cuando un médico diagnostica una grave enfermedad a su paciente, este ha de armarse del suficienciente valor y coraje para superar la situación que ha sobrevenido.
Puede que esta sea la diferencia entre Alemania y España, y no solo su tejido empresarial como creíamos a pies juntillas hasta ahora, o tal vez tengamos que cambiar nosotros.
Vía | Expansión
En El Blog Salmón | ¿Aumenta la confianza de los consumidores, o es la euforia navideña?
Imagen | dunia