En buena medida, parece una segunda parte de aquel reportaje que denominaron La guerra del pan, y al que dediqué un post titulado ¿Quién teme una barra de pan a 20 céntimos? Buena parte de los aspectos que comentaba en aquel caso se repiten en este. Sin embargo, también hay algunas aspectos diferenciados que me gustaría comentar, pues tienen una relevancia propia.
La calle es mía, grita el pastelero
Una de las cosas más sorprendente del reportaje, y que revela buena parte del fondo del asunto, viene dada por las quejas de los pasteleros tradicionales de que las nuevas tiendas de Granier se les colocan justo al lado. Vaya delito, eso debería estar prohibido, pensarán algunos.
Vamos a ver, en la inmensa mayoría de los sectores empresariales de comercio al por menor ocurre eso. Incluso diría que en cualquier sector empresarial se generan esa suerte de clusters locales. ¿Os habéis fijado, por ejemplo, en la distribución de las sucursales bancarias?
Si, evidentemente se colocan ahí para captar clientes de la competencia. En eso se basa el sistema de libre empresa. ¿Acaso no tiene sentido aprovechar el tráfico comercial de una calle donde se ha demostrado que hay una clientela para ese producto?, ¿acaso pretenden establecer algún tipo de licencia exclusiva por zonas para la distribución del croissant?
Diría casi que dicha competencia es hasta positiva para todos, y que me recuerda esas calles de origen gremial que todos conocemos en los cascos medievales de nuestra ciudades, convirtiéndose en un polo de atracción para una clientela que en unos casos optara por un tipo de producto artesanal, o por precio, o por volumen, etc.
Si permitimos la competencia, luego no habrá competencia, clama el pastelero
Este argumento es reiterativo, y bastante curioso. Los mismos que se quejan de la competencia, los mismos que defienden medidas de oligopolio y que buscan el amparo del poder público para imponerlas, denuncian una agenda oculta del competidor-coco. Señalan que lo que pasará finalmente es que ese competidor acabará monopolizando el sector y entonces aprovechará para subir los precios.
Ya digo que es un argumento clásico, que en el fondo viene a ser algo así como dejadnos nuestro corralito particular que os pincharemos menos que éste cuando se quede sólo. Vamos, una defensa que difícilmente engancharía a nadie, y que de hecho no lo hace.
Si este supuesto monopolio del croissant que se establecería se dedicase a subir precios dejaría la puerta abierta para que terceros competidores entren en el mercado. ¿Qué se lo impediría? Nadie ni nada.
Por supuesto, estamos hablando de un supuesto monopolio en el croissant barato, ya que nada evita que otros se posicionen como los referentes del croissant de calidad. Y es que aquí quizás está el caballo de batalla, que la diferencia entre el croissant de Granier, (falsamente artesanal, ya que como señala el programa su origen es industrial) y el croissant supuestamente artesanal de los competidores heridos, o bien no es tan relevante o bien no son capaces de transmitirlo a su clientela. ¿Nadie se da cuenta?, algunos sí y eso ha generado polémica.
Venden a coste, señala el pastelero
Los pasteleros tradicionales señalan que que se vende a coste, que es imposible que se gane dinero con ese producto. Se insiste por parte del programa en averiguar los proveedores, incluso inquiriendo en el tema de costes y márgenes, algo a lo que se niega el responsable de la empresa, como no podía ser de otro modo. ¿Por qué narices he de exponer mi estructura de costes a la competencia?
Ahora bien, si que parece fácil deducir que, al tratarse de un negocio estructurado como franquicias, la cuenta de resultados se engorda con cánones de entrada, de mantenimiento, y que indirectamente participarán de los beneficios derivados del montaje de las panaderías-pastelerías de sus franquiciados. Por ello, al igual que en cualquier otro negocio de franquicia, conviene tener claro cómo gana fundamentalmente dinero el franquiciador, si con el negocio recurrente (incluído la dinamización de la red de franquicias) o con la venta de franquicias, ya que si es lo segundo, su vida será corta. Y si es así, tal como manifiestan algunos de los afectados por la expansión, deberían estar tranquilos, pues en breve se estancarán y morirán. Si no es así, entonces si que deben tener razones para estar preocupados.
Por cierto, que me parecen fuera de lugar las insinuaciones sobre una cierta vinculación con capital chino de la franquicia, bien por parte del accionariado de origen, bien por parte de los franquiciados. La sensación que uno tiene es que tratan de desprestigiar a la marca, rebajando su perfil de calidad, sin aportar un dato concreto. La visita al franquiciado chino como demostración del futuro que nos espera difícilmente demuestra nada.
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