Hace ya veinticinco años, a finales de los 90, se empezó a hablar del individuo soberano. Un individuo que ya no pertenece a ningún Estado-nación, sino que es globalista y se mueve como pez en el agua en una economía completamente integrada.
El mayor exponente de dicho movimiento fue el libro de James Dale Davidson, publicado en 1997. En dicho libro profetiza una serie de cosas que se vinieron abajo rápido, debido a los atentados del 11S de 2001. Ahí se vio que los Estados-nación todavía importaban y al poco, en la crisis de 2007 se vio también que la globalización también tenía sus problemas.
El individuo soberano
Sin embargo las ideas del individuo soberano fueron innovadoras e interesantes. Un hombre que dependía de sus propias decisiones, que no era un simple peón en una estructura, un hombre que podía trabajar en cualquier parte del mundo, que se sentía parte de algo global y que no tenía que apoyarse en un Estado paternalista.
Este individuo soberano se movería con responsabilidad individual, en un mundo donde la información y la educación son fundamentales. Y donde el desplome de los Estados-nación deja a la gente huérfana pero desde las cuales surge una nueva élite, estos individuos que aceptan la nueva situación.
El Bitcoin como resurgimiento del invidudo soberano
Las distintas crisis que hemos vivido desde los años 90 han dejado claro que esta transición hacia el individuo soberano no es tan fácil. Los Estados siguen siendo potentes y no hay más que ver los cierres de fronteras debido a la crisis del covid-19 el año pasado. Donde parecía que se imponía libertad de movimiento y globalismo se vio que en realidad existen fuerzas coercitivas que pueden impedirlo si así se requiere.
Pero también ha surgido un nuevo paradigma, el Bitcoin y las criptomonedas, que sí que puede hacer resurgir el movimiento del individuo soberano de una forma muy importante. Si estas monedas se impusieran sobre el dinero fiat los Estados-nación se derrumbarían definitivamente y dejarían paso al invidivuo soberano.
Los impuestos como base del Estado-nación
Para que los Estados funcionen es necesaria la recaudación de impuestos. Solo se puede ser coercitivo teniendo, en última instancia, policía y ejército. Y Bitcoin y las demás criptomonedas pueden impedir este papel recaudador del Estado y por ende, su capacidad de tener poder.
En un Estado donde la gente usa criptomonedas el Estado no tiene forma posible cobrar impuestos sobre la renta o el valor añadido. La única capacidad recaudadora del Estado sería sobre la propiedad (vivienda, prácticamente, pues la propiedad de las acciones de las compañías bien podría irse a paraísos fiscales).
En dicha situación los Estados se desmoronarían. No tendrían capacidad de proveer servicios necesarios. Los individuos serían soberanos de sí mismos, no tendrían un Estado al que acogerse ante problemas. La soberanía tiene esta doble vertiente.
¿Es bueno ser un individuo soberano?
Entre los maximalistas del Bitcoin y su posición completamente en contra de la injerencia del Estado en nuestras vidas y los que desprecian la libertad individual hay términos medios que, en mi opinión, son bastante más sanos.
La libertad individual me gusta, sin duda. Pero también que haya ciertas garantías por por parte de un Estado. Que vivamos en un país seguro, sin apenas criminalidad, es consecuencia de la capacidad del Estado para recaudar impuestos.
Que tengamos un seguro de desempleo, pensiones, infraestructuras, cobertura Sanitaria ante problemas inesperados independientemente de nuestra posición económica es, desde luego, una buena noticia para la sociedad. Y un mundo sin Estado, en la que cada cual tiene que buscarse de forma individual su seguridad (física, económica y sanitaria, por poner tres ejemplos) es desde luego un mundo mucho peor que el actual.
Para mi el individuo soberano es un error. Al igual que lo sería un mundo donde el dinero fiat despareciera de forma definitiva en pos de una sociedad basada en Bitcoin y derivados. La prosperidad de la humanidad ha venido asociada a la capacidad de los Estados para gestionar impuestos y una burocracia capaz de inmiscuirse, de forma muy parcial, en la vida de las personas. Eliminar este sistema solo debería hacerse si hay una propuesta mucho mejor y me temo que no es el caso.