En estos momentos con casi todo el mundo hablando de los problemas medio ambientales y sus peligros, países están reuniéndose, y hablando y negociando con la idea de que lleguen a un acuerdo para controlar las emisiones de sustancias que dañan al medio ambiente.
El tema es tan serio que el presidente del gobierno de España acaba de decir en su discurso a las Naciones Unidas y en su rueda de prensa que, si no hacemos algo, el cambio climático puede tener tanto impacto que la crisis que estamos viviendo. ¡Palabras mayores!
Suena muy bien y muy serio, se llegan a bonitos acuerdos multilaterales en reuniones con muchas bonitas palabras y muchas fotos y sonrisas, donde todos se comprometen a ser responsables y limpios y a invertir en remediar la situación.
Bonitas promesas y, cuando llega el momento de tener que cumplir, pues siempre hay otras prioridades y siempre hay tiempo para cumplir, mientras todos buscan que otros cumplan lo antes posible.
El mundo rico es especialmente propenso a eso de pedir e, incluso, de exigir el cumplimiento de acuerdos internacionales, al mismo tiempo que retrasan, obvian, e ignoran los compromisos que ellos han firmado.
Sólo hay que ver cómo van las negociaciones de libre comercio, la Ronda de Doha.
Hace tiempo escribí en estas páginas sobre los acuerdos de comercio asincrónicos, donde los países ricos exigen que los pobres introduzcan sus medidas de liberalización de sus mercados inmediatamente y los ricos prometen que, en el futuro, ellos harán lo mismo, pero sólo en su momento.
Estamos viendo a los países ricos seguir la misma forma de negociar que en el comercio internacional, buscar que los países pobres tomen una gran parte de la responsabilidad de ayudar a limpiar el mundo y de no ensuciarlo más.
Como vemos en el último estudio del Banco Mundial sobre el desarrollo, hablando históricamente, los países ricos han contribuído en lo principal para que estemos donde estamos ahora, sumando el 64% de todas las emisiones de CO2 que ha sufrida el mundo entre 1850 y 2005.
El argumento de los ricos en palabras claras es “frena tu crecimiento, ya que el mundo que yo antes ensucié con mi crecimeinto ahora necesita limpiarse”.
Se entiende que países con mucha población que, por su situación, necesita consumir más, no pueden permitirse el lujo de pensar en lo que pasará en cinco o seis generaciones. Su urgencia es hoy.
La única forma de conseguir lo que queremos es que los países ricos, los causantes de lo que estamos sufriendo, subvencionen a los pobres para que sigan el camino del crecimiento limpio y sostenible. ¡La única!
Vía | Economist (en inglés)
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Más información | World Bank Development Report