Todos nos sabemos el PIB, la inflación y el Euríbor. Pero hay otros indicadores mucho menos conocidos, y mucho más extraños, que los economistas utilizan para averiguar cómo va realmente la economía... o cómo se comportará en el futuro.
Y, curiosamente, algunos de ellos tienen un historial de acierto bastante bueno. Sobre todo, comparado con la eficacia general de los métodos de predicción de estos temas.
Por eso, hoy vamos a echar un vistazo a algunos de los indicadores más extraños que reflejan la evolución de la economía. Con ellos, es posible que podamos adivinar el futuro antes que muchos expertos.
La correlación y la causalidad, o cómo engañar con datos
Obviamente, algunos de los indicadores que vamos a ver tienen una causalidad clara. Un motivo por el cual, por ajenos que sean de primeras a la teoría económica, son capaces de predecirla, o reaccionan junto a ella.
En otros casos, parece ser simplemente un asunto de mera correlación.
Es decir, dos variables se comportan de manera similar, hasta el punto de parecer relacionadas, cuando, en realidad, son simplemente hechos no vinculados que se comportan igual.
Esa es, por cierto, una de las formas habituales de manipulación con números, estadísticas y gráficas.
Uno de los ejemplos de esta clase de correlaciones es la del descenso del uso del viejo navegador Internet Explorer con el número de asesinatos en Estados Unidos.
Si observamos la gráfica de arriba, la tendencia es calcada, e incluso uno podría argumentar que dejar de usar aquel navegador te quitaba buena parte de las ganas de matar. Sin embargo, poco tienen que ver la una con la otra, aunque coincidan casi a la perfección.
Por eso, es importante siempre que, a la hora de analizar datos, indicadores y relaciones, recordemos la regla de oro:
Correlación no implica causalidad.
Es decir, que, aunque dos variables parezcan tener un comportamiento muy similar, eso no significa que esté provocado por la relación entre ambas variables.
Teniendo en cuenta esto, veamos algunos de los indicadores más curiosos y extraños que parecen muy relacionados con la economía.
Los calzoncillos, la recesión y la Reserva Federal de Estados Unidos
Este indicador es «famoso» entre los economistas porque el exjefe de la Reserva Federal Estadounidense (su Banco Central) Alan Greenspan, creía en él.
Según este indicador, cualquier pequeño descenso en la venta de calzoncillos señalaba que la economía se estaba yendo a pique.
Independientemente del comportamiento de los indicadores clásicos macro, Greenspan teorizaba que, en cuanto dejábamos de tener dinero para gastar discrecionalmente, los hombres sacrificamos enseguida comprar calzoncillos nuevos.
Greenspan, al que se le apodaba «El Oráculo», era fan de buscar indicadores secundarios de este tipo, como el comportamiento de la limpieza en seco.
Si esta subía (buenos tiempos) o bajaba (malos tiempos), era otro indicador de cómo estaban yendo las cosas a pie de calle, especialmente en lo que se referiría a la evolución del consumo en el PIB.
El Big Mac como indicador económico
Este es un clásico que te explican hasta en la carrera, porque pocas veces se tiene la oportunidad de poner métodos de medida económica que abarquen a todo el mundo.
Así que te fijas en algo que esté en todo ese mundo y funcione igual en Singapur, Madrid o Ciudad del Cabo: McDonalds.
En 1986, The Economist propuso una manera de medir la paridad de poder de compra y otros indicadores con el precio de un Big Mac entre diferentes países.
Así, si en Pekín valía 2 dólares y en Nueva York 4, significaría que el Yuan estaría muy depreciado respecto al dólar.
Aunque algunos inversores en Forex, por ejemplo, se fijaron en esto porque los tipos de cambio de moneda suelen tender hacia esa paridad de poder adquisitivo, el propio The Economist aclaró enseguida que el «Índice Big Mac» está afectado también por otras cosas (sueldos, coste de vida...) que varían mucho entre países.
Falda, pintalabios, tacones y economía
El economista George Taylor de la Wharton School of Business, propuso, durante los «Felices 20» del siglo pasado (igualitos que estos), que la longitud de la falda era un indicador económico fiable.
Durante los buenos tiempos, las mujeres las llevaban más cortas para mostrar esas medias caras que podían comprar, mientras que en recesión la tela se extiende hacia abajo.
Lo cierto es que varios economistas han medido esto durante casi un siglo y la conclusión ha sido que, como oráculo, no es gran cosa.
El motivo es que la longitud de la falda es buen indicador, pero va con 3 o 4 años de retraso respecto al mercado.
En la crisis de 2001, sin embargo, la compañía Estée Lauder vio un aumento de venta de pintalabios.
Su CEO de entonces, Leonard Lauder, lo llamó el «indicador pintalabios», alegando que, en tiempos de crisis, las mujeres buscan placeres baratos. De ese modo, compraban el pintalabios, porque para vestido nuevo no llega.
¿Es real y fiable? Parece que a medias, y que depende del lujo barato de cada época.
Por ejemplo, en la crisis de 2008, la demanda de pintalabios cayó junto a las demás. Sin embargo, las ventas de pintauñas crecieron nada menos que un 65%.
Para los que se empeñan en ver las tendencias examinando la ropa femenina, además de los calzoncillos, quedan los tacones. Al menos, eso piensa Trevor Davis experto en producto de IBM Global Services que alega que hay relación inversa.
Cuando la economía va mal, los tacones crecen en altura, como: «Forma de escape mediante modas más extravagantes».
La crisis del 20 del siglo pasado y la de la burbuja puntocom de 2001 dieron la razón a Davis... Pero la de 2008 parece desviarse algo de la tendencia.
Cajas de cartón y basura, los indicadores más fiables
Todos los indicadores anteriores sufren de que los humanos nos empeñamos en ver patrones y relaciones en todo. Sin embargo, es cierto que dos indicadores, aparentemente extraños, sí definen el rumbo de la economía.
Son las cajas de cartón y la basura.
Cuando ambos empiezan a crecer, son signo de buenos tiempos económicos.
La lógica (y en este caso, la causalidad) es clara. El cartón es lo más usado para envases, de modo que, ante aumentos de demanda, lo primero que sube es la producción de cajas.
Del mismo modo, en esos mismos tiempos, la generación de basura también crece (y buena parte son esas cajas y envases), mientras que durante las crisis contaminamos menos.
Como vemos, la Economía se parece bastante a aquellos antiguos augurios, que trataban de leer el futuro en el cielo, los huesos o las cartas. Pero sea como sea, echar un vistazo al sector de los calzoncillos y el cartón nos puede dar más pistas de las que parece.